VAR Video Assistant RefereeGetty Images

Velasco Carballo y la táctica del urogallo

Ruben Uria BlogGoal

Dicen los expertos que el urogallo no es un ave ruidosa, salvo en época de celo, de marzo a mayo. Entonces, el urogallo común profiere gritos de reclamo, situándose en algún punto elevado. Algo parecido, metafóricamente hablando, es lo que sucede con el presidente del Comité Técnico de Árbitros, Velasco Carballo, que comenzó su etapa de manera brillante y que, toda vez que se ha instalado en el poder, se está descubriendo un maestro en la táctica del urogallo. Carballo, como el urogallo, sólo rompe su estruendoso silencio de cuando en cuando, y no por estar en época de celo, sino para predicar el gran nivel que tienen los colegiados a nivel planetario y los múltiples aciertos del VAR, con profusión en cifras y porcentajes matemáticos. Estas últimas horas habló en conferencia de prensa, luego hizo la ronda por todas las radios nacionales del país, apareció en alguna televisión y se fue a la cama con el deber cumplido. Su objetivo, aclarar que no tiene un código ético de geometría variable, pese a que unos días no habla de jugadas concretas y otros sí. Velasco dijo que le malentendieron, que quizá se expresó mal, que puso la jugada como un ejemplo y que en vísperas de derbi habló de la jugada pero sin intención de hablar de la jugada. 

Velasco Carballo habló de todo, menos de lo crucial. De un VAR que, a pesar de ser una herramienta magnífica, no se cree nadie. ¿Por qué? Porque no su sistema no es fiable, ni genera confianza, sino laxitud y sospecha. El VAR no acaba con la polémica, ni con la credibilidad del fútbol. Los que acaban con la credibilidad del fútbol son los que están en la sala y se inhiben de hacer su trabajo. Los que están asesinando la reputación del VAR son los que defienden que no influye en el VAR el hecho de que los árbitros que pitan en el campo sean los mismos que ‘okupen’ la sala VOR. Hace unos días López Nieto, que lleva toda la vida de Dios mamando de la ubre arbitral, decía que no le parecía un problema que los árbitros que pitan los fines de semana sean los mismos que se ocupen de corregir o ayudar a sus compañeros, cobrando también un buen dinero por ello. ¿Cómo se puede defender ser juez y parte? ¿cómo alguien puede tragar este sistema clientelista? ¿por qué el periodismo no le pregunta por eso? ¿cómo puede ser que Velasco Carballo adopte la táctica del urogallo cuando hasta el ciudadano más torpe del planeta sabe que es incompatible ser el jefe de la empresa y a la vez delegado sindical?  

A Velasco, empeñado en sostener que no habla de jugadas concretas salvo cuando habla de jugadas concretas, se le acumulan preguntas: ¿Cómo es posible que siga engordando un sistema viciado donde el VAR no es independiente del colectivo de los árbitros? ¿Cómo se come que la NBA o la NFL, ligas profesionales, tengan un ‘VAR’ independiente mientras que el del fútbol español depende de los criterios de la RFEF y de los propios árbitros? ¿cómo es posible que no exista un cuerpo específico de VAR cuando sí existe un cuerpo específico que distingue a los colegiados de los asistentes? ¿hasta cuando seguirá tragando el arbitraje que los clubes poderosos manejen ‘listas’ y ‘recomendaciones’ sobre quién es mejor que les pite y quién no? ¿cómo no intentar equivocarse lo menos posible contra los clubes que le aseguran seguir pitando y por lo tanto, seguir cobrando? ¿por qué motivo si Levante o Huesca pagan al año exactamente lo mismo que el Madrid o el Barça reciben menos arbitrajes de colegiados internacionales? ¿no tienen el resto derecho a ser pitados por los mejores árbitros/internacionales cuando se juegan su futuro y en algunos casos, su permanencia?

¿Es el VAR tan maravilloso como nos cuenta Velasco Carballo? Sí. ¿Ayuda al árbitro? Pues también. El asunto está en que el sistema es una chapuza. El problema no es el VAR, sino los que están en el VAR cuando no deberían estar ahí. Primero, porque no son independientes. Segundo, por decencia, porque no se puede ser juez y parte. El problema es que el sistema hace que los árbitros se hayan acostumbrado a un sistema que les ofrece una red de seguridad que hace el arbitraje cada vez más pusilánime. Carballo habla de la bondad del VAR hasta en Radio Taxi, imitando metafóricamente el canto del urogallo, diciendo que esta es la mejor generación de árbitros y que su nivel está entre los mejores. Cabe preguntarse, si el nivel es tan bueno ¿por qué no crear un VAR específico e independiente? ¿si los árbitros españoles son la elite de Europa, cómo es posible que no tenga ningún representante en la IFAB? Y si son tan buenos nuestros árbitros ¿por qué en las seis últimas finales de Champions, sin españoles en liza, no ha pitado el partido ningún colegiado de nuestro país?

De propina, cabe cuestionarse cuando, en qué comparecencia escogida, telemática o presencial, alguien será capaz de preguntarle al inefable Velasco Carballo cómo es posible que, en pleno siglo XXI, los árbitros sigan sin poder elegir a su presidente. Nada tengo contra Velasco Carballo, que llegó con buen talante al cargo, ni siquiera contra el hecho de que un día no hable de jugadas concretas y otros días sí, culpando al prójimo de malinterpretarle. Lo que sí preocupa es que se empeñe en querer tapar el sol con un dedo, escondiéndose tras una montaña de datos, cifras y porcentajes para decir lo buenos que son, cuando el fútbol español pide, a gritos, un cuerpo específico de VAR. Menos datos y más soluciones. Menos pretorianos y más autorítica. Menos golpecitos en el pecho y más avances. Menos zona DOGSO y mejores arbitrajes. Menos dedocracia y más independencia. 

Rubén Uría

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