El Real Madrid dijo adiós a la Copa del Rey. Lo hizo “con honor”, según su entrenador Santiago Solari, pero lo hizo al fin y al cabo. Y eso le deja en una situación bastante espinosa de cara a lo que queda de temporada. Eliminado de su primera competición, lo cierto es que está virtualmente fuera de dos. De manera que será la Champions o la nada. El Real Madrid ya está asomado al abismo tras esta eliminación a manos del Barcelona.
No obstante, en La Liga está a nueve puntos de diferencia del líder Barcelona, una distancia que nunca ha sido remontada por los blancos en toda su historia. Es cierto que el equipo blaugrana tiene que visitar el Santiago Bernabéu precisamente este sábado, con lo que podría recortar la distancia automáticamente. Pero aun en caso de victoria merengue, el equipo blanco quedaría todavía con seis puntos de desventaja. Todo un mundo.
Así las cosas, para el Real Madrid, el verdadero clavo al que agarrarse en la presente temporada es la Champions League. Sólo la Champions. Una temporada más. Como en 2018, 2016 ó 2015, sin ir más lejos. Un riesgo superlativo a la hora de planificar visitas a la diosa Cibeles. Y es cierto que en dos de esas últimas tres ocasiones se acabó conquistando la Orejona (Kiev y Milán). Pero es igualmente cierto que este curso la situación es más sensible que entonces. Por el cambio de entrenador, por la composición de la plantilla, y por un componente de reciente aparición: la falta de gol en los momentos clave de la temporada. Como en este Clásico.
Y la figura que está asomada al abismo a los ojos de todos no es otra que la de Santiago Solari. El técnico tomó el puesto de Julen Lopetegui de manera interina, y aunque fue renovado hasta la temporada 2021 y ha sido clave en la resurrección del Real Madrid este curso, es sabido por todos que en Concha Espina sólo valen los títulos a la hora de hacer los balances a final de curso. De hecho, al técnico argentino se le vio especialmente triste y dolido en la rueda de prensa posterior al Clásico. Un 0-3 deja mucha huella. Y en la primera línea de fuego siempre están los entrenadores.
