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Roger Federer y la relación con el fútbol: de su fanatismo por el Basilea a la amistad con Totti

La vida nos pone en una encrucijada muchas veces más de lo que creemos posible. A veces ni siquiera sabemos que hemos llegado a un cruce que, según el camino que elijamos, conducirá en una dirección, dejando atrás para siempre la otra.

Nunca podríamos decir con precisión qué nos habría reservado el destino si la elección recayera en la otra opción. Pero seguro que miraremos hacia atrás con la conciencia de lo que nos deparaba aquel que preferíamos.

Aquí, en el caso de Roger Federer se puede decir con razonable certeza que el camino tomado fue el correcto.

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Sí, porque el Maestro Suizo, campeón récord y considerado por muchos como la esencia más pura del tenis con mayúscula, tuvo que elegir desde muy jove: ¿fútbol o tenis?

El pequeño Roger se destacó en ambas disciplinas, pero como ha señalado con frecuencia en varias entrevistas a lo largo de su carrera, luchaba para aceptar la derrota cuando el balón tocaba la red, el gol era para el oponente y él no había tenido responsabilidades sobre eso.

Mucho mejor el tenis, donde eres el autor de tu propio destino para bien o para mal y donde te ves obligado a asumir tus responsabilidades. Un lastre que nunca ha asustado al tenista, dotado de un carácter fortísimo aunque bien disimulado bajo el temperamento seráfico con el que le hemos visto afrontar torneo tras torneo y ganar 103 en su carrera.

En el tenis, sentí que todo estaba bajo mi control. En el fútbol, ​​podría culpar al portero o a cualquier otro. En el tenis no tuve este problema. Solo yo tuve la culpa".

Al ver los resultados obtenidos, se da un suspiro de alivio porque Roger prefirió golpear cientos de pelotas con la raqueta y no con los pies.

Sin embargo, el vínculo entre Federer y el fútbol no se ha desvanecido en absoluto. De hecho, a lo largo de su carrera, el suizo ha demostrado una y otra vez que tiene un gran apego al deporte más popular del mundo.

Siempre un gran fanático del equipo de su ciudad natal, el poseedor del récord de tenis en Wimbledon ha sido visto varias veces en el stand de autoridad de Sankt Jakob Park para apoyar al Basilea en vivo.

LA RIVALIDAD ENTRE FEDERER Y NADAL COMO LA DE CRISTIANO Y MESSI
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Un vínculo que no es una fachada, sino un amor auténtico expresado también en una carta escrita de su puño y letra por Federer en 2018 con motivo del 125 cumpleaños de Basilea.

La carta confiada por el tenista al diario suizo Blick saltó a los titulares y quedó grabada para siempre en la historia del club rossoblù.

“El Basilea ha sido mi equipo favorito desde que era niño y lo sigue siendo hoy. Hace como 25 años fui al estadio, sentándome en el lado izquierdo de la tribuna donde había menos gente. Cuando estaba cerca del tenis, no podía estar muy presente. Pero hay algunos modelos en los que me inspiré. Mi primer ídolo fue Karli Odermatt, luego me enamoré de Christian Gimenez y también de Massimo Ceccaroni.
Quiero que los jugadores que visten esa camiseta sepan que siempre estoy con ellos para apoyarlos. Durante años hemos tenido momentos mágicos en la liga, en Europa y en la Champions League. Los tiempos son más difíciles ahora, pero no siempre se puede tener éxito. Todo atleta lo sabe, y yo he tenido que experimentarlo muchas veces. Me gustaría que mis amigos de Basilea encontraran la fuerza para seguir luchando en el futuro”.

Ahora que ha decidido dejar el mundo del tenis, Federer tendrá más tiempo y tal vez algún día cumpla el deseo de muchos que quisieran que fuera presidente de uno de los equipos más exitosos de los Cuatro Cantones.

Si necesita ayuda sobre cómo administrar su carrera posterior, siempre puede pedirle consejo a su amigo Francesco Totti.

Porque además de su amor visceral por Basilea, Federer siempre ha parecido tener una simpatía particular por el amarillo y el rojo de la Roma.

En varias ocasiones, con motivo de los internacionales de Italia que se celebran en el Foro Itálico, hemos visto al rey Roger vestir de forma juguetona la ropa de otro rey, el de Roma.

La relación entre ambos fue mucho más allá de las fotos habituales y derivó en lo que podríamos definir como una relación privilegiada.

Para mí, Francesco siempre será parte de Roma, incluso si se ha detenido. Me gusta la idea de inspirarnos unos a otros, de animarnos desde la distancia”, dijo hace un tiempo el suizo del romanista número 10.

Y el 9 de julio de 2006 es una fecha que los une en uno de los triunfos más importantes de sus respectivas historias deportivas.

Justo antes de que Totti levantara la Copa del Mundo al cielo al vencer a Francia en la final, Roger Federer había vencido a Nadal en una final muy larga de Wimbledon, la cuarta victoria consecutiva de su carrera.

Incluso si el excapitán de los Giallorossi se lo dio a su amigo del otro lado de los Alpes, ya que marcó 3 veces en Basilea durante los partidos de la Copa de la Uefa y la Liga de Campeones que enfrentaron a los dos equipos uno contra el otro.

A menudo hemos visto a Totti jugar al tenis sobre la arcilla roja del centro de Roma con fines benéficos. Veremos si Roger también se convence y juega algunos partidos de fútbol. Para mostrarnos lo que nos hemos estado perdiendo de su decisión de convertirse en la leyenda del tenis que es y siempre será.

Sin embargo, Roger también compartió su pasión por el fútbol con su histórico rival Rafa Nadal. Ojo, rival, no enemigo. Porque la enemistad entre ambos siempre ha sido solo una sugerencia periodística útil para agitar a los fanáticos de uno contra los del otro, pero nunca se ha reflejado en la realidad.

Eso sí, queda por ver en qué longitud de onda dado que Nadal es un ferviente seguidor del Real Madrid, un equipo con un currículum y tablón de anuncios mucho más rico que el del Basilea.

Pero entre los fenómenos nos entendemos y seguramente habremos encontrado la manera de llegar a un entendimiento.

Con un capítulo de su carrera cerrado, Federer ahora abre las puertas al desafío más difícil de su vida: encontrar su lugar en el mundo más allá del rectángulo de superficie iridiscente dividido por una red.

En unos días el mundo se encuentra desprovisto de dos certezas: la reina Isabel en el trono de Inglaterra y Roger Federer en el del tenis.

Justo en los campos de Wimbledon, el suizo esculpió su leyenda golpe a golpe, tragándose primero el récord de cinco victorias consecutivas de Bjorn Borg y luego el de siete en total que ostentaba durante más de una década Pete Sampras.

Cómo irán las cosas nadie podrá decirlo y seguro que los dos huecos dejados por el mencionado ya han sido reemplazados por alguien igualmente digno de tales honores.

Seguro que sabemos que ya no habrá nadie como ellos y que los dos jueves de principios y mediados de septiembre nos han privado para siempre de dos figuras icónicas y representativas de una época. Cada uno en su campo.

Larga vida al rey.

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