River Plate Campeon Copa Libertadores 2018Matthias Hangst/Getty Images

River Plate no estaría ni entre los diez primeros equipos de La Liga

OPINIÓN

No sigo demasiado el fútbol latinoamericano. Lo reconozco. Tampoco tengo nada en contra de él. Eso también lo quiero recalcar. El caso es que hace dos semanas el destino me deparó una histórica final de Copa Libertadores a cinco minutos de mi casa. En Madrid. Con el Real habiendo conquistado la Champions League en junio en Kiev, ya era de obligado cumplimiento seguir el histórico Superclásico para escudriñar a los posibles rivales de los blancos en el Mundialito de Abu Dhabi. Pero disputándose tan cerca, era inevitable no tener ya los cinco sentidos puestos en Boca y en River. Aún hoy sigo sintiendo que hubieran merecido sólo uno: el oído, para escuchar el ambiente alrededor de la superfinal. El envoltorio, como en tantas otras cosas en la vida, terminó siendo mucho más llamativo que el contenido. 

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Me gusta el fútbol. Quiero explicarlo también. Veo fútbol. Y por eso mismo, me sentí defraudado por lo que trajeron tanto Boca como River a Madrid. Trajeron color, mucha emoción, una rivalidad legendaria, también una caballerosidad impecable, dicho sea de paso… pero en mitad de toda esa macedonia de ingredientes que componían el Superclásico, casi no vi fútbol por ninguna parte. Dos golazos, eso sí. Qué menos. Pero escasa técnica, poca combinación, y menos visión aún, en general. Aun perdiendo el Real Madrid ante el CSKA el miércoles siguiente, el Santiago Bernabéu vio mucho más fútbol en esa primera media hora de juego de Champions que en diez finales de Libertadores como la que se disputó tres días antes. Y eso debería hacer reflexionar a los participantes.

La excusa de la escasez de ‘plata’ es lícita. Comprensible, incluso. Pero, desde el exterior, creo que es todavía más pesada la carga por la tradición de un fútbol donde los ‘cojones’ no son negociables (incluso a Messi le tienen crucificado en Argentina por ello). Es más, los ‘cojones’ con comilla fina son prioritarios. Son el punto de partida para todo lo demás. Un error. Porque a Villarreal, Alavés o Eibar nunca les sobró la ‘plata’ tampoco. Y sin embargo, saben a lo que juegan. Se esfuerzan por conseguirlo. Con más o menos brillantez puntual, pero no lo fían todo únicamente a imponer su ‘testiculina’ y que el jovencito imberbe de turno les saque las castañas del fuego. Eso puede funcionar un partido, una final, una semana a lo sumo. Pero no un campeonato entero. O al menos, no si ese campeonato fuera el español, por ejemplo.

Y ojo, que River podrá ganar el Mundialito en Abu Dhabi. No tengo dudas de que puede pasar. En una final, la pasión puede mover montañas. Pero igualmente, también tengo claro que éste y anteriores campeones americanos acabarían en la mitad inferior de La Liga después de una temporada entera, semana tras semana midiéndose a los pulidos conjuntos españoles. Una lástima para el fútbol. Para el fútbol latinoamericano, claro.

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