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Burgos, salir del infierno con rumbo a la gloria

Que el Burgos es un histórico de nuestro fútbol es un hecho. Que si su intrahistoria de los últimos años tuviera banda sonora sería una canción de 'Estopa', también. Los aficionados del club burgalés saben, como muchos otros hinchas de históricos condenados a la travesía del desierto, que el infierno sólo te quema cuando el fuego nunca te ha quedado. Y habiendo ardido, cuando ya no hacen falta mantos, la gente del Burgos se ha hecho su hoguera, se ha trabajado su oportunidad y se está labrando la chance de volver. Durante años dolió el orgullo de haber sido y el dolor de ya no ser, pero ahora la nostalgia abre paso a una nueva esperanza. El Real Burgos está a dos pasos de recuperar su lugar en la historia. El que por derecho le pertenece. 

Qué aficionado al que le guste el fútbol y no sólo su equipo podría olvidar auqel equipo mitico del profesor Novoa, aquellos goles cósmicos de Balint, aquella formación entusiasta y guerrillera compuesta por cromos míticos de nuestra memoria como los Elduayen, Tocornal, Jiménez, Barbaric, Joseba Aguirre, Juric o Loren. Aquella época fue dorada, aquel equipo no tenía techo y en esos años, la afición tenía licencia para soñar. Aquellas fueron las últimas hazañas del "comando salvaje" de El Plantío, vividas en una ciudad que bajo la denominación del antiguo Burgos CF ya había disfrutado mucho antes de leyendas como Pasieguito en la década de los cuarenta o de dos décadas más que aceptables, a caballo entre los sesenta y los setenta. Juanito, Capón, Benegas, Portugal, Garcia Navajas...Y cómo no guardar un rincón del imaginario para recordar la figura de Martínez Laredo. 

Años de gloria salpicados también por duros trances, por guerras intestinas y dudosas decisiones que borraron, poco a poco y paulatinamente, a la ciudad del mapa futbolístico español. Aquella desaparición del Burgos CF en 1983 obligó a desvincular al filial Burgos Promesas, recién ascendido a Tercera, para refundarlo como Real Burgos Club de Fútbol. Duele en el alma recordar el descenso administrativo de 2002, después de ocho años en los que habia logrado volver a Segunda, tras partir desde categoría Regional...

Hoy uno echa la vista atrás y contempla dos décadas de infierno en la categoría de bronce. Una cárcel para la ilusión de una afición que ha mantenido, en el tiempo y en las más duras, una ilusión que sigue intacta. Volver a ver a su equipo en la elite. A punto estuvo de conseguirse en 20027, cuando de la mano de Gonzalo Arconada, el Burgos disputaría el playoff para dejar en el camino al Alcoyano, primero, y quedándose al final la miel en los labios frente al Sevilla Atlético.

Cantaba Gardel que veinte años no son nada, pero las hojas del calendario avanzan inexorablemente y el Real Burgos sueña con salir del infierno en el que tantas veces ha ardido. Demasiado tiempo, sinsabores continuados. Por eso ahora los Saúl, Guillermo, Cerrajería, Barovero y compañía a los que conduce Julián Calero, una vez asegurada su presencia en los playoff con tres encuentros de antelación, se encuentran a solo dos pasos, los de sendas eliminatorias a partido único, para reverdecer viejos laureles y devolver el fútbol profesional a la ciudad. El Burgos Club de Fútbol lleva demasiados años esperando su momento. Y esa afición se merece un equipo capaz de salir del infierno para poner rumbo a la gloria. 

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