
El Valencia CF fichó el pasado verano a José Bordalás y el técnico en su presentación a finales de mayo tuvo claro que su discurso pasaba por tratar de recuperar el ADN del club, el de un equipo rocoso y competitivo que volviera a pelear cada partido como el último. El club se cogió a rueda y a partir de ahí en la entidad llevan cinco meses repitiendo lo del ADN para todo y a todas horas como si fuera una coletilla. Nadie sabe bien que es el ADN que promulgan pero lo importante es repetir mucho que cualquier cosa es ADN Valencia CF.
El inicio de Liga fue esperanzador y el equipo se mostró competitivo y con una sella de identidad que rápidamente fue definida, como no podía ser de otra manera, como el ADN que Bordalás le había impreso al equipo. ADN VCF y ADN Bordalás eran el titular de moda y la gente fue feliz durante las cuatro primeras semanas de la Liga. Las victorias sirvieron para tapar todos los problemas que acumula la sociedad. Esas semanas, el club dejó de tener una mala situación económica, dejó de tener un estadio sin hacer desde hace más de una década, dejó de tener a sus aficionados arrinconados y silenciados en las redes… En definitiva se creo un mundo rosa que duró hasta que el césped volvió a demostrar que un club sin gestión no puede tener un buen equipo.
Era cuestión de tiempo que el equipo evidenciara las mucha carencias que tiene y que el técnico se viera con problemas para pilotar la famosa ‘Bordaleta’, termino con el que se enganchó el aficionado para sentirse parte de un proyecto que parecía arrancar con buen pie. Sin embargo, la nula estructura que sufre la entidad ha provocado las primeras turbulencias en ese viaje de la ‘Bordaleta’. El técnico lleva siete jornadas sin conseguir que su equipo gane un partido y eso ya ha provocado los primeros problemas.
El técnico se cansó de repetir internamente en verano que necesitaba un central y un mediocentro y no vinieron ni el uno, ni el otro. El técnico tuvo la promesa de que llegarían y no llegaron. Eso, aunque no ha trascendido, provocó desgaste y algún apretón de tuercas al presidente. Bordalás sabía que la temporada era larga y que el inicio no le daba margen porque la plantilla era corta y no se equivocó. El entrenador ya conoce a la perfección como se las gastan los asiáticos y sabe que está solo ante el peligro.
De hecho, ahora que los resultados no llegan y las aguas en el vestuario ya no bajan tan tranquilas como en las primeras jornadas, ya hay algún enfadado que lo expresa, Bordalás está solo para conseguir que el grupo no deje de creer en lo que hace pese a que va camino de los dos meses sin ganar. Los capitanes son el único apoyo del entrenador porque no hay nada más ahí dentro donde se pueda apoyar y el presidente, que ya tiene un don para señalar a los entrenadores ya ha empezado a decir entre bambalinas que es el técnico el que está fallando y el que tiene que sacar provecho de una plantilla a la que encima le sumaron tres peticiones suyas como Alderete, Foulquier y Hugo Duro.
Sí, como lo leen. El presidente ya ha dado un pasito a un lado y ya no va en primera fila de la Bordaleta. Él desde la derrota en Barcelona ha decidido empezar a poner distancia y a exigir que lleguen los resultados porque si no, será otro fracaso del entrenador y en ningún caso de los que gestionan el club y son incapaces de hacer un equipo a la altura de la entidad que gestionan.
La Bordaleta iba hasta los topes en las buenas y el técnico ya sabe que ahora con las turbulencias está sólo y debe ser él quien consiga que el viaje no termine en tragedia. También hay que decir, que Bordalás no podrá decir nunca que lo engañaron porque vino sabiendo con quien.


