GoalAbril de 1931. Por primera vez San Mamés era escenario de un partido de la selección española. Visitaba Bilbao la selección de la Italia de Mussolini con el gran Giuseppe Meazza al frente. Bajo una manta de lluvia, el deslucido partido acabó sin goles. El seleccionador no era otro que el bilbaíno José María Mateos, que compatibilizaba su cargo en la Federación con el de periodista en La Gaceta del Norte.
El que fuera primer historiador del Athletic, no era amigo de seleccionar muchos jugadores del equipo del que era aficionado confeso. Sin embargo, disputándose el encuentro ante los italianos en el Botxo, Mateos se sintió impelido a alinear hasta seis rojiblancos aquella tarde. Roberto en el centro del campo y cuatro de los cinco delanteros: Lafuente, Bata, Chirri II y Gorostiza. La inclusión del gran Luis Regueiro del Real Unión de Irún como quinto elemento atacante –en detrimento de Iraragorri– supuso una decepción para una parroquia local que se había estado frotando las manos ante la posibilidad de ver de inicio a su afamada delantera al completo.
Mediada la primera parte, Regueiro puso en práctica una argucia para deshacer los planes de su técnico y que así se impusiera la lógica en San Mamés. El interior guipuzcoano simuló una lesión para que Mateos tuviera que sustituirlo por Iraragorri. Gracias a ese generoso y secreto gesto, la afición bilbaína pudo disfrutar del insólito hecho de ver a los suyos copando las cinco posiciones atacantes del combinado español.
Al día siguiente, La Gaceta del Norte publicaba dos páginas sobre el partido firmadas por el polivalente Mateos. En ellas, explicaba el porqué de su desafección a la hora de contar en citas de rango semejante con futbolistas del Athletic:
“El futbolista bilbaíno es sumamente impresionable. Es su característica neta desde hace unos años. Les asusta la responsabilidad. No vamos a meternos en disquisiciones, pero ahí va la resultante: no sirve para internacional. Un poco de experiencia práctica y otro poco de conocimiento directo, me han llevado a esa conclusión [...] Estos muchachos tan simpáticos como excelentes jugadores, ni aun en su propio ambiente sirven para internacionales”.
Afortunadamente para los de San Mamés, José María Mateos no se sentó jamás en el banquillo rojiblanco. Aquellos futbolistas a los que decía que les asustaba la responsabilidad conformaron el mejor Athletic de la historia ganando 4 Ligas, 4 Copas y 6 Campeonatos Regionales en 7 temporadas.
Noventa años más tarde, Marcelino García Toral ha sido capaz de coger una plantilla en transición, falta de oxígeno y confianza, y convencerla en unas pocas semanas de que es capaz de plantar cara a quien se le ponga delante. Deslumbró en la Supercopa y ha remontado en cada uno de los cuatro escalones coperos que han precedido a su presencia en una nueva final.
Tanto los futbolistas como los rivales de este Athletic vitaminado son, dos meses después, perfectamente conscientes de que para ganarlos hay que clavarles la estaca en el centro del corazón. De lo contrario volverán una y otra vez hasta hacerse con la yugular del contrincante aunque apenas quede tiempo para llevarlo a cabo.
Nadie quiere enfrentarse a un león herido. Sobre todo, si el líder de la manada confía en cada miembro de la misma. Mucho cuidado con el rey de la selva.
Lartaun de Azumendi



