Se podrá decir que nada es lo mismo desde que se fue, pero la verdad es que hay algo que no cambió. Está presente todos los días, como pasó siempre desde que su apellido se hizo mundial. Es cierto que después del tristísimo 25 de noviembre del 2020, entusiasma aún más cada historia, frase o anécdota suya. Pero cada vez que inunda de emoción a quien recuerda sus hazañas dentro o fuera de la cancha, Diego resucita.
No importa la edad o el lugar de nacimiento, si tuvieron la suerte de verlo jugar o si lo querían mucho, poco o nada. El argentino más famoso de todos los tiempos aparece naturalmente en cualquier charla, en cualquier momento, por tal o cual motivo. Ya sea en una mesa familiar, en un viaje en taxi o entre unos amigos fanáticos que se cuelgan viendo en youtube sus videos más extraordinarios. Y desde hace un año, por supuesto, lo hace con un mayor grado de intensidad.
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Getty ImagesMaradona está. Todos los días. Todo el tiempo. En cada esquina, en cada mural. En cada recuerdo. En cada tatuaje. En cada pibito con la 10 que patea una pelota. Más allá de fechas puntuales, se lo homenajea a diario. En Argentina, por supuesto, y en todo el planeta. Trasciende fronteras, idiomas, religiones.
Los culpables. Los responsables. El entorno. Los médicos. Los familiares. Los amigos. Los excompañeros. Los que lo querían. Los que lo usaban. Los que lo cuidaban. Los que lo descuidaron. La polémica. Los herederos. Las denuncias. La marca. La serie… Cambiaríamos absolutamente todo eso -y mucho más también- por una declaración maradoniana más; por verlo una última vez sentarse a dirigir un partido desde un trono; por una de esas apariciones del Diego más lúcido que te sacaba una sonrisa hasta en el peor momento; por escucharlo opinar de lo que sea, pero siempre con ese efervescencia sin lugar para tibiezas.
Desde que Diego se fue, todo y nada cambió. Los que lo querían y defendían hasta en sus contradicciones más extremas, lo siguen haciendo e incluso más que antes. Y los que nunca lo quisieron y aprovechaban cada oportunidad para señalar sus defectos, siguen buscando motivos para matar al ídolo que ahora, para desgracia de todos esos contras, se volvió inmortal, se ganó la eternidad y está más vivo que nunca.