Marcelino Athletic ClubGetty Images

La vacuna de Marcelino

OPINIÓN

Cuando el avión del Athletic tuvo que dar la vuelta en Madrid para volverse a Bilbao por la virulencia de Filomena, la afición del Athletic se sintió aliviada. Había más tiempo para descansar, para que el nuevo cuerpo técnico conociera mejor a la plantilla y para que los futbolistas digirieran sin tanta premura los conceptos que Marcelino necesita inocular en los componentes del primer equipo. Y siendo todo lo citado cierto, no era lo más prioritario para el técnico asturiano.

En el momento que dio el sí a los de San Mamés, Marcelino tenía ya marcadas en rojo tres fechas: el 14 y el 17 de enero, y el 4 de abril. Porque además de cumplir con el encargo de devolver al Athletic a la situación deportiva que le corresponde, su objetivo pasaba por conseguir uno de los trofeos en liza. O los dos.

Podría resultar de Perogrullo señalar que un profesional del fútbol desea ganar por encima de otras consideraciones también relevantes, pero en el caso del actual entrenador del Athletic, la obsesión por llevar a Bilbao la Supercopa y la Copa pendiente del año pasado está marcada a fuego desde el mismo día del acuerdo con la entidad de Ibaigane. Con solo diez días desde que llegara a hacerse cargo de un equipo plano, el reto de enfrentarse anoche al Real Madrid con la convicción de poder hacerse con el billete para la final del domingo no era sencillo. Y sin embargo, es solamente el paso intermedio para la consecución del fin perseguido: levantar la Supercopa.

El fruto de la presión

Por segundo partido consecutivo, el Athletic de Marcelino salió al césped poniendo en práctica una presión alta ante otro rival de campanillas. Un despliegue que esta vez fue capaz de llevar a cabo durante gran parte del choque y que, sin duda, dificultó la organización del juego del Real Madrid. Tanto que de buscar al rival en su propio campo surgió la pérdida de balón de Lucas Vázquez que dio origen al primer gol. En el momento en el que el jugador del Madrid comete el error, hay seis jugadores rojiblancos cerrando los espacios a cuatro rivales. Providencial.

Vertical y veloz

Lo dijo Marcelino el primer día y el trabajo en sus anteriores equipos no hacía prever otra cosa, el contraataque iba a ser una de las armas claves del Athletic. Anoche, los leones dieron muestras de que las transiciones rápidas van a proporcionarles muchos réditos. Salidas desde la defensa, apoyo en los interiores y balones al espacio para que corran los atacantes. Uno o dos toques, balones verticales y velocidad para superar al rival en carrera. En un fútbol en el que el uno contra uno por habilidad es cada vez más complicado de poner en práctica, el rock and roll te acerca al paraíso. Correr, correr, correr y volver a correr. Y el Athletic está aprendiendo a hacerlo con sentido y electricidad.

La redención de Raúl

Lo confesaba en la rueda de prensa posterior al partido. Raúl García se sentía en deuda con el equipo por su temprana expulsión en el partido de Liga en Valdebebas. Y vaya si la saldó. Desde el primer momento se vio al Rulo más batallador y móvil que se recuerda desde hace tiempo. Puso su carácter y su inteligencia al servicio del grupo para liderarlo hacia la victoria. No solo fue el autor de los dos tantos rojiblancos sino que percutió tanto en la defensa como en el juego a los espacios hasta vaciarse. Quienes pensaban que Raúl García podría no tener un lugar entre los perfiles que busca Marcelino, seguramente se acostarían anoche con otra impresión.

Los calambres de Muniain

A los 67 minutos Iker Muniain quedó tendido en el suelo, víctima de calambres en las piernas. Aún quedaba media hora de partido pero el centrocampista sufría el rigor del ritmo del partido. Si bien es cierto que entre los activos del navarro no está el de contar con un motor destacado, también es verdad que Muniain se había pegado una auténtica paliza. Mucho mayor de la habitual. El nuevo rol que le ha encomendado Marcelino pasa por comenzar las jugadas prácticamente a la altura de la defensa y ser protagonista en las transiciones, llevándolo a recorrer muchos más metros de los que acostumbraba hasta ahora. Un papel que está cumpliendo con nota y que lucirá todavía más si Ismael Fernández es capaz de hacer que Iker incremente sus prestaciones físicas.

Un renovado Dani García

El medio centro de Zumárraga ha sido blanco de las críticas de la afición en los últimos meses y, sin embargo, con la llegada de Marcelino parece otro. Durante su participación en la segunda parte del choque ante el Barcelona se vio a un jugador más adelantado posicionalmente y con más participación en la distribución, al menos en los primeros minutos. Ayer, Dani García cuajó una gran actuación en el complemento con Vencedor. Pero sobre todo cabe destacar su participación en el primer gol de Raúl. La recuperación del esférico y su magnífica asistencia al otro García hacen pensar que se trata de otra de las teclas que ha sabido tocar con acierto el técnico de Careñes. Ha vuelto.

El domingo, otra dosis

La vacuna que está administrando Marcelino a sus futbolistas parece estar haciendo efecto antes de lo que muchos vaticinaban, pero como ocurre con la mayoría de ellas, para que sea realmente efectiva hace falta una segunda dosis. El Athletic tiene 72 horas hasta el domingo para que esta haga efecto. Enfrente, un Barça que, juegue finalmente Messi o no, sabe que el equipo al que se enfrentará contará con muchos más anticuerpos que los que tenía en el reciente partido de San Mamés. El pronóstico es incierto, pero Marcelino solo contempla ganar. Para eso ha llegado al Athletic.

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