Es posible que Jurgen Klopp no supiera demasiado acerca de 'La teoría de Ewing' antes de vender a Philippe Coutinho al Barcelona a principios de 2018. Sin embargo, casi 18 meses después de la salida de Anfield por parte del mejor jugador del equipo, el entrenador del Liverpool ha visto cómo su conjunto sólo ha crecido desde el adiós del brasileño.
Se habla mucho en los deportes estadounidenses de 'La teoría de Ewing', que sostiene que un equipo puede funcionar mucho mejor sin su jugador estrella. El ex jugador de baloncesto Patrick Ewing fue quien inspiró esa idea, con los Knicks de Nueva York teniendo más éxito en la década de 1990 sin él que con él en cancha. Y eso que Ewing fue en once ocasiones elegido para disputar el All-Star Game de la NBA.
En el mundo del fútbol, los Reds podrían ahora considerar a Coutinho como su particular Ewing, dado que los hombres de Klopp han ido por objetivos más grandes y mejores desde que vendieron el brasileño al Barcelona en enero de 2018.
Con consecutivas apariciones en la final de la Liga de Campeones y con récord de puntos en la Premier League, el Liverpool ha florecido sin el que era su centrocampista talismán. ¿Cómo lo han hecho? Lo primero y más importante es que los británicos hicieron lo que cada club debe hacer hoy en día cuando vende a sus figuras: hacer caja, sacarle hasta el último centavo al club comprador. En este caso, el Liverpool recibió de los catalanes la friolera de 160 millones de euros, lo que convirtió a Coutinho en el tercer jugador más caro de todos los tiempos.
Mientras los hinchas en Anfield lloraban la pérdida de otro jugador estrella con destino al Camp Nou (ya se había ido Luis Suárez), Klopp y su personal sonreían al saber que con todo ese dinero podrían reconstruir el equipo.

Ya había llegado Virgil van Dijk por casi 80 millones antes de que Coutinho se fuera a España, por lo que el Liverpool se repuso rápidamente de ese gasto. Después de ver la horrorosa actuación de Loris Karius en la final de la Liga de Campeones ante el Real Madrid, se convirtió en la prioridad el fichaje de un portero. El entrenador alemán se movió rápidamente para fichar al de la Roma, Alisson Becker. La venta de Coutinho hizo que los 72 'kilos' que se pagaron por el meta brasileño parecieran pocos.
Klopp luego trajo al versátil mediocampista del Monaco Fabinho por 50 millones, mientras que Xherdan Shaqiri se unió al club procedente del descendido Stoke City por 15 'kilos'. Así, los Reds batallaron hasta el final con el Manchester City por un histórico título de la Premier League, y aseguraron su presencia en otra final de la Champions League.
La partida de Coutinho le posibilitó al Liverpool ganar dinero en el mercado de transferencias, pero también permitió que tres jugadores que ya formaban parte del club integraran lo que se ha convertido en el tridente más letal del fútbol mundial. Sin verse obligado a pensar cómo alinear a Coutinho en su equipo, Klopp simplemente tuvo que dejar que Mohamed Salah, Roberto Firmino y Sadio Mane hicieran lo suyo. Es decir, que se combinaran de manera brillante para marcar más y más goles.
Aunque los tres habían mostrado muy buenas aptitudes cuando Coutinho todavía estaba en el equipo, hubo que esperar a que se marchara el brasileño para ver ese tridente verdaderamente imparable. De hecho, cada vez que un equipo tiene una estrella indiscutible en la que confiar, inevitablemente puede volverse demasiado dependiente de ella, algo que Klopp observó poco después de vender a Coutinho.

También hizo que el Liverpool fuera más efectivo y más exitoso, como lo demuestran sus resultados en los últimos 18 meses. Coutinho había sido considerado previamente por muchos como una pieza clave de la alineación de Klopp. Después de todo, había firmado 41 goles y 37 asistencias en 152 partidos en la Premier League. Pero los Reds han demostrado desde entonces que ningún jugador es intocable.
La Teoría de Ewing, o la Teoría de Coutinho, como Klopp bien podría rebautizar ahora, puede servirle a otros grandes clubes de la Premier League de cara al futuro. Al Chelsea, por ejemplo, con la más que posible salida de Eden Hazard; o al Manchester United, con el posible traspaso de Paul Pogba. Muchos equipos podrían pensar ahora que podrían ser mejores sin sus jugadores estrella. Además de generar enormes cantidades de dinero que podrían invertirse sabiamente en otras áreas de sus plantillas, esas salidas podrían proporcionar más equilibrio a sus equipos. Después de todo, como ha demostrado el caso Coutinho, Klopp no debilitó el suyo al vender a su mejor jugador; por el contrario, lo hizo más fuerte.
