Trabajar al máximo nivel durante semanas de competición obliga a aprovechar los parones para descansar y limpiar la mente. Dejar atrás La Catedral y abrazar Careñes, una de las 41 parroquias de las que consta el concejo de Villaviciosa. Del silencio tenso de un San Mamés sin público, a la tranquilidad de una aldea en la que sus 126 vecinos se emplean ignorando el reloj. De una catedral vasca a una parroquia asturiana, un tránsito dulce para alguien que, como Marcelino, es creyente.
Son 48 horas las que estableció el cuerpo técnico del Athletic para el asueto de los que serán protagonistas el 3 de abril en la primera de las finales de Copa. Un tiempo precioso que el entrenador asturiano aprovechó ayer domingo para celebrar el Día del Padre con la familia en Casa Tero, a orillas de la carretera comarcal VV-3 que atraviesa su pueblín. Aunque comedido en la mesa, Marcelino habrá querido probar cómo le ha sentado el más que reciente cambio de propietarios al restaurante de su localidad.
El resto de los miembros de la plantilla también ha desconectado del empacho de igualadas ligueras al que se ha abonado el equipo. Esta misma tarde vuelven a ejercitarse en Lezama y la ocasión la pintaban calva para dejar de lado el fútbol y buscar alternativas que amansaran el espíritu. Yuri habrá prestado una mayor atención al recién nacido Luka, otros habrán visitado a sus padres y los miembros de Orsai habrán aprovechado para sonar los instrumentos en casa.
Ahora que el recreo queda en suspenso, toca regresar a la –por fin– única obsesión que debe ejercer de pegamento entre los integrantes del conjunto de San Mamés: el trofeo copero de 2020. La llamada de Luis Enrique a Unai Simón e Iñigo Martínez no debería suponer un problema para un grupo que lleva docenas de noches fantaseando con una cita que se ha ido retrasando en demasía.
El listado de tareas que a buen seguro Marcelino expondrá en la primera de las charlas no se antoja breve. Presidiendo todas las faenas aparecerá la obligación de dar carpetazo a los errores groseros en defensa, como dejó claro el técnico tras el choque contra el Eibar. Su “estoy seguro de que en la final no cometeremos ese tipo de errores” es más un mandato que un convencimiento personal. Los futbolistas tienen que ser capaces de dar la última vuelta de tuerca al cerrojo del equipo.
A partir de ahí, la asignación de cometidos pasará por ajustar el reparto de roles de los medio centros, aliviar la carga de Muniain en la creación, automatizar los movimientos de los delanteros, rescatar la efectividad en la presión al contrario y equilibrar la presencia de ambas bandas en el plan de ataque, entre otras cuestiones.
Para ello tienen cuatro sesiones consecutivas antes de volver a reposar un par de días. El regreso a la actividad tendrá lugar el Domingo de Ramos, inicio de un viacrucis rojiblanco cuya estación de término será la del día 3, el Sábado de Gloria . Una gloria que les ha sido esquiva hasta en cuatro ocasiones desde el 84. Ya toca.




