OPINIÓN
Si algo hemos aprendido durante este mercado estival es que las cláusulas de rescisión son necesarias. A pesar de que hay gente que está a favor de querer eliminarlas como en otros países, si lo analizamos cuidadosamente es una de las mejores medidas que tienen tanto los clubes como los jugadores a la hora de acometer algún fichaje. Hace tiempo que los clubes han perdido poder sobre sus jugadores. Por poner un ejemplo, Ousmane Dembélé firmó con el Borussia Dortmund tras declararse en rebeldía con el Rennes porque no le dejaba marcharse, y lo mismo le ha ocurrido al club alemán cuando el Barcelona llegó con las intenciones de llevarse al francés. Es una confrontación innecesaria si existiera una cláusula de por medio.
¿QUÉ ES UNA CLÁUSULA DE RESCISIÓN?
El futbolista, como cualquier trabajador, está bajo un contrato que le vincula al club durante un periodo de tiempo. Ahora mismo, ¿de qué les sirve a las entidades los contratos si los jugadores toman el poder de decidir su futuro como les venga en gana? La cláusula es la única vía de escape para el jugador sin tender que enfrentarse a nadie. ¿Quieres irte? Págala. ¿Crees que aspiras a jugar en otro club más grande en un futuro? Pues a la hora de firmar negocia una cláusula baja con el club. ¿No acepta? Ve a otro. Por eso la jugada del Liverpool con Coutinho, a pesar de que intentan hacernos creer lo contrario, es la correcta. Firmó un contrato largo contigo. ¿Se enfadó? Que lo hubiera pensado primero.
Y la misma fórmula de las cláusulas es beneficiosa para el club comprador. El Barcelona, sin ir más lejos, ha sido incapaz de obtener al brasileño ante la negatividad del equipo inglés a escuchar ofertas. Con la cláusula hubiera sido más fácil. ¿Quieres fichar al jugador? Ya sabes su precio. Por ejemplo, Iñigo Martínez; el Barça sabía perfectamente que si quería ficharlo tendría que llegar a un acuerdo con el jugador y posteriormente abonar 32 millones de euros. Sin regatear. Sin chantajes. Sin rebeldías. Sin lamentaciones de última hora. Al fin y al cabo es lo que hizo el París Saint-Germain con Neymar. El equipo azulgrana nunca habría negociado por él, pero quiso irse y encontró un club capaz de pagar los 222 millones de euros de su libertad. No se declaró en rebeldía y jugó la pretemporada junto al resto del equipo sin problemas.
Vale que el mercado está loco y también es cierto que las cifras que se manejas con históricas, pero el fútbol ha cambiado. Tanta culpa tiene el que pone el precio como el que está dispuesto a pagarlo. ¿Quieres fichar a Cristiano Ronaldo? Llama al Real Madrid. Si no negocia, ya sabes que su precio es de mil millones de euros. Pero por favor, para una medida factible que tiene el fútbol español como es la de incluir una cláusula pactada que pueda al jugador liberarse de su contrato, no la echemos abajo. De hecho, es una medida que debería instalarse en todo el mundo. Por el bien del jugador y por el bien de los equipos.




