Simeone Atletico Madrid Real Madrid LaligaGetty Images

La hora de Simeone

Que Simeone es lo mejor que le ha pasado al Atlético de Madrid en sus más de cien años de historia no tiene debate. Por más que le insulten, descalifiquen o machaquen, refundó el espíritu del Atleti, pisoteó la prótesis del 'Pupas' y logró que jugadores que no eran campeones creyeran que podían serlo. Heredó un muerto y devolvió un campeón, instaló la cultura del trabajo, compitió a los dos monstruos del fútbol español, levantó siete títulos y multiplicó por cuatro el presupuesto del club. Con la ayuda de sus futbolistas y el respaldo del club, el Cholo lleva casi una década edificando un proyecto reconocible y competitivo, logrando que el Atleti sea respetado en España y en Europa. Eso es de Simeone y nadie se lo puede negar. Dicho eso, como el fútbol no tiene memoria ni se alimenta del pasado, Simeone debe ocuparse de su presente. Ha subido la marea, su equipo tiene el agua al cuello y hace falta liderazgo.

Quien esto escribe asume y presume de su condición de cholista, algo que trasciende al propio Simeone y que está incluso por encima de la figura del entrenador. Camiseta y sudor, no negociar el esfuerzo, saber que si se trabaja y se cree, siempre se puede, no son frases hechas ni se corresponden con libros de autoayuda. Son pilares fundamentales que entroncan con la filosofía del Atleti, que representan a sus aficionados y que deberían esculpirse en piedra en las paredes del Metropolitano. Y precisamente por eso, porque uno es más cholista que de Simeone, llega el momento de pedirle al entrenador que esté a la altura de lo que, durante todos estos impagables años, ha representado. Que el madridismo mediático lleve años aplicándole barra libre de palos no es nuevo. Que ahora se haya sumado a la fiesta parte del personal atlético, por desgracia, tampoco lo es. A Simeone le van a dar jarabe de palo haga lo que haga y diga lo que diga. 

SIn embargo, ha llegado el momento de que Simeone, que se ha puesto a sí mismo el listón de la exigencia en las nubes, esté a la altura del cholismo que predica. Nadie es perfecto y el Cholo no lo es. Está más expuesto a la crítica que nunca y quizá ahora la merece más que nunca. No es infalible, está cometiendo errores y su mensaje no acaba de ser todo lo contundente que desearía su parroquia de feligreses, que todavía los tiene, porque aunque muchos presumen de creer cuando todo va bien pero algunos siguen creyendo pase lo que pase. Al grano: ni la Liga iba a ser un paseo como muchos creían, ni el Atleti era favorito, ni era campeón en enero, como muchos quisieron vender. A otro perro con ese hueso. Y ahora, desangrado paulatinamente, por más que insistan, el Atleti tampoco es un desecho de tienta, ni el equipo es un grupo de fracasados, ni el mundo se desplomará sobre las cabezas atléticas si no se gana este campeonato. 

Ahora que el corazón atlético protesta y la clasificación pincha como un rosal, es cuando se necesita que Simeone esté a la altura de su liderazgo. Si el Atleti quiere seguir peleando por esta campeonato, el grupo necesita un banquillo fuerte, un técnico con personalidad y un mensaje con notable carga de profundidad. Dice el Cholo que cuando un entrenador no resuelve algo que pasa varias veces, algo está haciendo mal. Bendita autocrítica, pero hace falta más. El personal quiere ver un grupo determinado, decidido, agresivo y cuya actitud trascienda al resultado. Los atléticos quieren ver un equipo que tenga personalidad con la pelota, que no regale primeras partes, que se imponga en los duelos y que demuestre que se está jugando la vida en cada pelota. Un equipo que de todo lo que tenga y que, gane o pierda, crea en lo que predica. Gane o pierda esta Liga, los atléticos merecen un equipo convencido de que, si se trabaja y se cree, se puede. Y esa esa la misión de Simeone. Estar a la altura de su liderazgo. Es la hora de Simeone. El Cholo tiene que ponerse a la altura del cholismo. Lideró una primera vuelta de ensueño y está liderando una segunda vuelta de mitad de tabla. Ahora, en el momento anímico más oscuro del vestuario, le toca a Simeone. Si se trabaja y se cree, se puede. Ahora toca demostrarlo. Con hechos. 

Rubén Uría

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