280619 Chile Colombia Alexis SánchezBuda Mendes/Getty

La generación dorada que no se vence ni tiembla

Chile tuvo el 60% de la posesión en los dos tiempos, contó con las mejores llegadas en un partido que no se caracterizó por el peligro en los arcos rivales, con Eduardo Vargas apuntó sus dos remates al arco en los 90 minutos y llegó vivo a los penales pese a que Néstor Pitana, junto con las instrucciones del VAR, anuló los goles de Charles Aránguiz (16') y Arturo Vidal (70'). Acabó cero a cero el cruce de La Roja bicampeona de América contra Colombia -que tiene una tasación gigante ante su rival-, uno que por escándalo dominó el que no requirió trabajo de Gabriel Arias hasta la serie decisiva -salvo un tiro de sobrepique mordido de Falcao García que no traía peligro alguno-.

Fue una enorme noche de la Selección de Reinaldo Rueda, que cual dorada apenas restó a Bravo y Carepato. Erick Pulgar fue impasable, Arturo Vidal estuvo en todos los cruces y Alexis Sánchez hizo lo propio, disputando cada escenario del juego y, como toda la plantilla que vistió la misma camiseta que él, se levantó y siguió buscando el gol que nunca llegó (y que Queiroz no buscó ni supo cómo).

Una imagen que bien puede graficar la furia de La Roja es la definición del Rey Vidal en el primer penal chileno. Rompió el arco de Ospina con un remate al techo, cruzado, y lo celebró con todo. Con la misma frialdad, y madurez de las definiciones, apuntó su bala Eduardo Vargas y el destino fue igual de preciso. 

Gaby Arias, el que después de la gesta reconoció que recibe muchas puteadas en redes sociales, adivinó la zona a la que pateó Cardona, pero se impuso a la potencia. Lo mismo le pasó con Cuadrado... aunque Erick Pulgar amagó una gran porción de nerviosismo y presión haciendo uso de su rol de especialista en Italia y alargó la vida de su querida escuadra, una en la firmó su consolidación en Brasil.

Ospina no tuvo oportunidades. Charles Aránguiz puso el 4-4, con más clase que sus antecesores y la misma frialdad que necesitó William Tesillo, que optó por lo más fácil. Alexis Sánchez, como en el 2015, asumió su responsabilidad, su peso en el equipo como líder, goleador histórico y alma de la ofensiva. Es que es ese que se mueve por todos lados. El que traspasa la madurez. El que se impregna de la misma cuando decide mal una pelota. Gol del tocopillano. Gol que vale semifinales. Con Ospina errando, jamás rozándola, igual que en toda la tanda.

Chile preparó los penales, sabía que existía la posibilidad, borró a Colombia tal y como lo hizo con Argentina en dos finales continentales que lo visibilizaron en el mundo. Después de 104 años acumulando caídas, empates agónicos celebrados luego de defender. O como contra Portugal, en su primera Confederaciones. Lo mereció La Roja, lo ganó con toda propiedad y nadie le quita ese estatus que había pausado al restarse de Rusia 2018: es uno de los mejores cuatro de América. Con todas las de la ley vs. Colombia tal y como en 2016. Y la segunda historia chilena para clavar en la eternidad en menos de un año en la cancha del Timao. Los bocinazos no dejan de sonar. El sueño continúa.

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