Resulta que para Zidane es el verano de la reconciliación. No ha cambiado la plantilla tanto como se esperaba y ahora toca devolver la confianza a jugadores a los que hace solo unas semanas se había defenestrado. Bale y James no contaban para el francés, pero ahora tienen lugar en el once titular. Isco terminó el curso pasado enfadado con el mundo porque no le hacían caso, también es titular. Al fin y al cabo, estas son las armas que tiene para lograr lo que en el Real Madrid son exigencias, títulos, cuantos más mejor. Aunque, quizá, la revolución era necesaria porque con lo que hay no llega.
El Madrid se dejó un empate contra el Valladolid en casa y, por más vueltas que se le de al partido, eso es un síntoma negativo. El equipo blanco tuvo una buena primera parte, con el equipo dominando el balón y acechando la portería del equipo pucelano. El problema, en muchos casos, es que el gol se fue a Turín con Cristiano hace ya dos años y no se ha hecho lo suficiente por reponerlo. Porque Benzema, que es un genio, no tira diez veces, y aunque James o Bale piensan en la portería, nunca es lo suficiente. El Madrid ha perdido volumen de remates y también efectividad. Y con eso, con menos goles, toda la propuesta es más complicada.
En la segunda mitad fue un equipo medio adormecido, con balón pero sin ganas. En ese sentido destaca Isco, que tiene mucho talento para controlar el balón y poquísimo para soltarlo. En un equipo que busca profundidad, es un jugador desesperante, porque obliga a todos los demás a pararse y esperar que él deje de una vez el balón y el resto se pongan a correr. Sigue teniendo adeptos que creen que algún día todo cuajará y esas cosas que hace con el balón sean útiles. O igual él, que fútbol tiene, en una de estas decide ir más deprisa.
Al Madrid se le marcharon dos puntos cuando ya casi llegaba al descuento. Un rato antes Benzema, que es hoy por hoy el único goleador en el que confía Zidane, había hecho una buena maniobra para abrir el marcador. La defensa se durmió, Kroos también, y Guardiola encontró la manera de llevarse dos puntos para el Valladolid. Como ya sucediese el año pasado, el Madrid es vulnerable, porque por atrás no es el Atlético de Simeone y no tira lo suficiente para ganar por ahogamiento al rival.
Queda mercado, quedan días, pero el proyecto suena a lo mismo de siempre. Es verdad, falta Hazard o falta Brahim o falta... el caso es que el Madrid puede jugar bien a ratos, pero se ha convertido en un equipo frágil. Y los equipos frágiles no conquistan la tierra prometida.




