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Koeman y las amistades peligrosas

Ruben Uria BlogGoal

Escribir es meterse en problemas y este artículo no gustará a algunos culés. Asumido y procesado. Al grano. Opinión, para algunos, impopular: Ronald Koeman no es el líder que necesita al Barcelona para el futuro. Opinaba así en el mes de febrero cuando los resultados eran pobres y sigo opinando así en marzo, ahora que la pelota entra, que una corriente de opinión que no para de ensalzarle  y ahora que el holandés cuenta con una auténtica legión de amigos en los medios de comunicación, donde juglares y trovadores no paran de pedir, por tierra, mar y aire, la continuidad de Koeman, pase lo que pase. Más opinión. A Koeman lo que es de Koeman. Llegó al Barcelona en una época delicada, no le ficharon nada y el presidente que le trajo saltó por los aires y su posición fue inestable. Su misión era liderar una transición traumática y desde esa premisa, Koeman se ha revelado como un tipo que conoce la casa al dedillo y como un fantástico portavoz de un club convertido en escombrera por la anterior directiva, que salpicó el escudo de chapapote. Negarlo sería de necios. Tanto como elevar a la categoría de héroe a un entrenador por tener la suerte por la que matarían otros colegas de profesión, entrenar al FC Barcelona, en la situación que fuera.

Ahora, información: Cuando Koeman quiso implantar su sistema, dirección deportiva y vestuario le hicieron ver que igual esa fórmula no era la más adecuada. Con el paso de los partidos, pegó el volantazo y se bajó del burro. Como los errores groseros se repetían en defensa y los puntos no subían al casillero, con el listón de exigencia por los tobillos y antes de la decisiva vuelta de Copa ante el Sevilla, se le instó a reforzar la defensa, se le aconsejó que igual era buena idea presionar más arriba y que quizá, así, el equipo funcionaría mejor. Autogestión es una palabra fuerte y aconsejar suena bastante mejor, pero eso fue lo que pasó. Queda mejor hablar de carrileros, de 4-1-4-1, de 3-5-2, de variantes posicionales, de la posesión, de la presión tras pérdida, recuperar sonrisas y de que si la abuela fuma, pero lo que pasó es que el entrenador reculó, escuchó y el equipo se reencontró cuando nadie daba un euro por el grupo.

En plena ola positiva, se viajó a París con un presidente nuevo y se volvió del duelo del PSG con sensación de deber cumplido y cierto honor ante el imposible, como si el 1-1 hubiese sido un gran botín. Se habló de un juego primoroso y hasta hubo quien llegó a escribir que el Barça mereció pasar después de un 5-2 global en contra, como si el partido de ida no se hubiese jugado o como si el PSG no hubiese arrasado el Camp Nou en un partido donde Koeman, por cierto, no acertó con lo que pedía el partido. Cabe preguntarse, sin ningún tipo de pasión, cómo es posible que el madridismo exija a Zidane después de ganar tres Copas de Europa y cómo se le está pegando como un "punching ball" a Simeone cuando va primero, mientras que la condescendencia con Koeman por parte del periodismo catalán está siendo máxima. 

Más información: en mitad de un clima de positividad y euforia, mientras algunos presumen de "doblete" no habiendo jugado aún la final de Copa y estando a cuatro puntos del Atlético, Koeman, quiere seguir. Por eso dejó caer que tenía un año más de contrato y que, si no seguía, tendrían un problema. Quizá por eso el club de amigos de Ronald, empeñado en presentarle en sociedad como héroe y artífice de la resurrección del equipo, está forzando la máquina para que siga en el cargo. Hay quien dice que Laporta ya le ha dejado caer que seguirá en el cargo pase lo que pase. Mentira. Una cosa es que la junta apoye a su entrenador actual y otra, bien distinta, hipotecar así su futuro. El campo dirá. Hay quien dice que los jugadores han pedido que siga Koeman. Otra mentira. Salvo los canteranos a los que dio una oportunidad porque tenía la enfermería repleta ¿qué peso pesado del vestuario podría mojarse cuando muchos de ellos no saben si seguirán o no? Hay quien dice que Koeman ha devuelto la sonrisa a Messi y que el argentino quiere que siga. Mentira. Si Messi ni quiera sabe si seguirá en Barcelona ¿cómo va a pedir, en público o en privado, que siga Koeman? 

Nada tengo contra Koeman. Ojalá triunfe, gane títulos y algunos de ustedes acaben echándome en cara este artículo durante años. Eso sí, mi sensación es que no es Cruyff, por más que sus amigos se empeñen. Mi sensación es que existen tantas ganas de que siga Koeman como de ignorar que el listón de exigencia está cada vez más bajo. Y que el Barcelona debe reflexionar seriamente, más allá de los resultados, si quiere construir un proyecto de futuro creíble o si quiere construir un club de amigos. A un lado, el camino duro que necesita el club, el del cambio, Al otro lado, una autopista sencilla de peaje, volver a ser un club de amigos. Y si algo ha quedado demostrado en la historia reciente del club, es que algunas amistades son peligrosas.

Rubén Uría

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