De la épica a la agonía. Del desahogo a la incertidumbre. De la tranquilidad a la dependencia. La increíble e inolvidable historia de Enzo Pérez como arquero y la victoria con apenas 11 jugadores disponibles ante Santa Fe estuvo a punto de quedar en el olvido apenas seis días después. Y para River, en el día del cumpleaños número 120, el regalo lo mandó el mismo equipo colombiano.
El orden parecía restablecerse el lunes, con el regreso de 13 de los contagiados que se ausentaron en la fecha anterior, aunque sobre la hora del encuentro pasaron a ser nueve por decisión de CONMEBOL. Sin embargo, hay algo que debe quedar claro en una pandemia que no parece tener un final inminente: los riesgos de jugar a pocas horas del alta médica pueden ser mucho mayores que los beneficios.
Aunque solamente fueron cuatro los recuperados que comenzaron el encuentro ante Fluminense, al Millonario pareció faltarle el aire. Lento en los movimientos, inconexo y por momentos desconcentrado en defensa, se fue al entretiempo 0-2 abajo ante un rival herido, que necesitaba ganar y también tomarse revancha de la derrota en la final del Campeonato Carioca ante Flamengo, su clásico rival.
De repente, pasaba de depender de sí mismo a precisar que Junior no le convirtiera un gol al mismo equipo al que había derrotado hace una semana sin arquero. Con los cambios y el posterior gol de Girotti, las cosas parecían encaminarse al empate inminente, pero al mismo tiempo Santa Fe se salvaba de milagro y defendía el 0 con más y mejores armas de las exhibidas en Núñez.
El tercero de Flu queda como una anécdota, aunque también refuerza la idea de la necesidad de una readaptación luego del coronavirus. Con ayuda, River está en octavos y será otra historia, en la que deberá evitar tanto la épica como la agonía.