La desdibujada imagen de Boca de las últimas semanas había encendido la alarma: de aquel equipo lleno de confianza a partir del título local solo quedaban pequeños retazos. Sobre eso debía construir Miguel Ángel Russo para afrontar una serie compleja, ante un estudioso y laborioso Racing. Y el Xeneize mejoró, pero no le alcanzó. Aunque la derrota haya parecido algo injusta, porque tuvo chances suficientes como para convertir un gol que le permita emparejar la serie, evidenció algo que venía apareciendo poco a poco: no tiene más que esto.
¿CUÁNDO ES LA REVANCHA ENTRE BOCA Y RACING?
Será que la Academia, demasiado prudente para un partido de ida en condición de local, no necesitó demasiado para dominar por momentos el juego y solo tuvo que hilvanar una buena jugada colectiva para lastimar. Cuatro pases seguidos, un centro al corazón del área y a otra cosa. Lorenzo Melgarejo hizo para el local lo que el visitante amagó durante al menos 60 minutos a lo largo de todo el encuentro y, si bien el 1-0 no es garantía de nada, la valla invicta le permite ir a La Bombonera con alguna seguridad mayor.
El conjunto de Russo fue ante los de Beccacece lo que fue durante la mayor parte de la post pandemia: demasiado repetitivo, demasiado previsible. Sí, Sebastián Villa y Eduardo Salvio pueden lastimar por las bandas con espacios. Sí, Frank Fabra puede ser el elemento sorpresa. Sí, Nicolás Capaldo puede aportar despliegue. Sí, Edwin Cardona puede generar peligro. Pero nada de todo ello sirve si las capacidades colectivas se ven sesgadas, si el peso ofensivo depende solo de lo que puede hacer Carlos Tevez y si la discreción de un esquema conservador le permite crecer a sus rivales.
Esto es Boca. Lo que está en la cancha. Nada más. Ante Racing, no le alcanzó, pero la llave está abierta. Y le queda una última oportunidad para reencontrarse.