¿Cuántas veces se puede jugar "el peor partido" del ciclo? En Boca, parece, puede suceder más de una vez. La eliminación ante Racing no era una situación descabellada, pero cuando sucede de esta manera, impacta todavía más fuerte. El Xeneize no tuvo ideas ni audacia, ni entre los titulares ni desde el banco: un retrato de lo que viene siendo.
Los centros a la nada de Sebastián Villa, los pases hacia atrás de Jorman Campuzano, la intrascendencia de Edwin Cardona... Los niveles individuales preocupan. No hubo rebeldía, nadie se salió del libreto, nadie ensayó algo nuevo. Demasiado estático, el conjunto de Miguel Ángel Russo volvió a evidenciar todo lo que le falta: volantes verticales y con mayor movilidad y no salvavidas (como Nicolás Capaldo por la banda) y un '9' que pueda ser referencia.
Demasiado trabajado tiene que estar un equipo para darse el lujo de jugar sin un centrodelantero. Si no, pregúntenle a Pep Guardiola. Russo nunca tuvo aceitado el funcionamiento, porque nunca tuvo en claro a qué quería jugar: que línea de cinco, que 4-3-3, que con enganche, que sin enganche... Son demasiadas variantes, demasiados cambios.
La mejor noticia para Boca es que se terminó el semestre y que tendrá que rearmarse. Esta vez no habrá excusas: necesita, sí o sí, reforzarse y cambiar la cabeza. Porque con esta forma, no llegará a ningún lado. Y mucho menos, en la Copa Libertadores.