Aitor ElizegiAthletic Club

Elizegi, de pato cojo a cuco

Firma Lartaun de AzumendiGoal

Se utiliza la expresión “pato cojo” cuando a un cargo electo le resta poco ocupando la plaza que ostenta, bien sea porque ya se conoce su sustituto o en el caso de que su capacidad para seguir influyendo se vea restringida por el hecho de que el telón de la función que ha protagonizado esté a punto de bajarse. Seguramente no haya pato cojo más célebre que el presidente de los EE.UU. cuando tras gozar de dos mandatos, entra en la recta final de un periodo que por ley no puede alargar una tercera vez.

A los presidentes cercanos a su marcha se les denomina así por analogía con los ánades que sufriendo una lesión en su pata no son capaces de seguir el ritmo de su bandada de palmípedos, quedando irremisiblemente a merced de los depredadores más expeditivos.

Hasta para ser pato cojo conviene estar bien preparado de antemano. No resulta sencillo asumir la indiferencia generalizada cuando previamente se ha formado parte principal del fulgor, el boato y el poder cuasi omnímodo.

A una escala muchísimo menor que el Barack Obama del final de su segundo y último mandato, a Aitor Elizegi no le falta demasiado para ser el pato cojo de Ibaigane. En condiciones normales padecería esa condición a partir de la asamblea ordinaria de socios compromisarios del próximo sábado. Lo que sucede es que el actual presidente y su junta directiva han reunido no pocos boletos para que los representantes de los dueños del club los manden a septiembre, como los malos estudiantes de antes.

En todo caso, ya sea tras la asamblea ordinaria o la extraordinaria, desde el momento en el que las cuentas y el presupuesto sean aprobados, Aitor Elizegi comenzará a percibir cómo a su alrededor le irán faltando asideros. Así, desde su fiel junta directiva hasta la prensa cortesana, pasando por los socios que deshojan el calendario esperando la llegada de los comicios, la invisibilidad del todavía presidente del Athletic se debería ir sustanciando a ojos de todos.

Mas da la sensación de que el próximo pato cojo rojiblanco estaría haciendo lo posible para que su condición de transparente para sus conciudadanos no fuera tal. O por lo menos no tan evidente como cabría pronosticar. Continuando en la senda del variopinto mundo de las aves, el máximo mandatario rojiblanco apunta a querer sentirse cuco en lugar de pato cojo.

La hembra del cuco lleva practicando el parasitismo de puesta desde tiempos inmemoriales. Una costumbre que consiste en poner los huevos desde los que surgirán sus crías, en los nidos de otras especies de pájaros aprovechando la ausencia de esas otras aves de su propio ponedero.

Así, Aitor Elizegi ha dejado caer en la maratoniana y frenética tournée que ha emprendido por los medios de comunicación locales antes de la asamblea, que le gustaría que la entidad de Ibaigane y Marcelino García Toral fueran capaces de llevar a buen término una prórroga del acuerdo que les une desde primeros de enero. En una entrevista en Onda Vasca, el presidente afirmaba que «somos la junta electa y la obligación es elegir la mejor opción para este club. Esta junta tiene que hacer lo mejor para el Athletic, si debe consolidar su proyecto en el banquillo, deberá hacerlo». Una posición –ya se estuviera hablando de Marcelino o de Nagelsmann– que no solo no comparte casi nadie en Bilbao y alrededores a tenor de las reacciones que ha provocado, sino que aunque se ha producido alguna vez con anterioridad, no prolongar la estancia de un técnico más allá de la fecha de caducidad de la junta directiva es una cuestión de etiqueta, pero también de prudencia económica. No creo que sea necesario explicar nada al respecto por evidente.

Elizegi puede hacer lo que considere oportuno, al igual que la masa social del Athletic puede continuar anotando en el bloc sus ocurrencias. Lo que está claro es que a partir de la aprobación en la asamblea de los asuntos ya referidos, los huevos del cuco de Santutxu no debieran descansar en el nido común de San Mamés. Entiendo que si Elizegi vive pegado a la realidad del día a día no será tan incauto de estar barajando volver a presentarse a las elecciones, pero con la maniobra de disfrazarse de cuco podría estar tratando de conferir una cierta ventaja a un miembro de su equipo que quizá sí quisiera intentarlo, cantera global o no mediante.

Lartaun de Azumendi

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