Pique Busquets BarcelonaGetty Images

Del papelito a colgar balones

El gol anulado a Gavi que ponía el 1-2, por un fuera de juego previo de Frenkie de Jong, dejó moralmente tocados a los jugadores del Barça, que habían trabajado para conseguir adelantarse de nuevo en el marcador tras el golazo en los últimos minutos del primer tiempo de Sergi Darder. Hasta ese momento, el Barcelona había tenido más opciones que su rival, había dominado al Espanyol y le había hecho retroceder varios metros moviendo el balón a buena velocidad y presionando la salida de los pericos, que veían como los blaugrana les encerraban en su área. Lo había intentado el conjunto culé con Ferran Torres, con Adama y con Pedri hasta que llegó el gol de Gavi, que se celebró como un triunfo hasta que el árbitro Hernández Hernández lo anuló de manera correcta.

Fue ahí donde el Barça se desconectó y el Espanyol cogió moral. Los blaugrana bajaron los brazos y dejaron de intentarlo, mientras que los pericos reaccionaron con intensidad y aprovecharon ese momento de debilidad del equipo vecino. Fue entonces, con el 2-1 de Raúl de Tomás, cuando Xavi Hernández decidió cambiar el sistema por completo. El Barcelona no llegaba al área y solamente generaba cierto peligro a través de jugadas por la banda de Adama Traoré. El técnico pensó entonces que, por las bandas, podía hacerle daño al Espanyol. Hizo entrar a Nico González y Ousmane Dembélé al césped con una orden clara. A Nico, que se pusiera al lado de Busquets para seguir teniendo superioridad en el centro del campo. A Dembélé, que se abriera y aprovechara la banda izquierda, en la que ya no estaría Jordi Alba.

Pero ahí hubo una instrucción táctica que no pasó desapercibida. Nico entró en el campo con un papel que acabó en las manos de Gerard Piqué y Sergio Busquets. Los dos capitanes analizaron, a la vista de todo el mundo, las órdenes de Xavi. "Con el ruído del público no se escucha, no llego a hablar con los extremos o laterales de la banda contraria", dijo el técnico en la rueda de prensa. El entrenador les decía, en ese trozo de papel, que el sistema cambiaba al 3-4-3. Que se seguía con cuatro centrocampistas y que los extremos debían estar bien abiertos, dejando el eje para las llegadas de Nico y Frenkie.

Pero el cambio no dio los frutos esperados. El Barça no disparó a puerta con peligro hasta que, de manera desesperada, empezó a colgar balones. A punto estuvo de recoger uno Aubameyang, que entró para jugar de delantero centro junto a Ferran. Pero no remató nadie con éxito hasta que Xavi tiró de Luuk de Jong en el tiempo de descuento. Y funcionó. Más que el cambio de sistema, más que el papelito, lo que salvó al Barça fue un centro al hombre más alto del equipo en el minuto 96. Sota, caballo y rey. La solución pasó por el juego más simple del mundo.

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