Marcelino García ToralGetty

De Marcelino y el complejo año del Athletic

Firma Lartaun de AzumendiGoal

Disputar tres encuentros ligueros en solo una semana y atesorar dos puntos sobre nueve posibles se antoja un botín escaso independientemente de la entidad de los rivales. Algo con lo que, por la vía de los hechos, ha demostrado no considerar de la misma manera Marcelino García Toral. No la valía de lo recogido por los leones, sino la sustancia de los contrincantes.

El técnico de Careñes ha optado por alinear al que considera su mejor once disponible (casi) siempre que puede. No resulta novedad que ante el ritmo natural de partidos de liga, Marcelino se decante por repetir una y otra vez sus mismos elementos en el verde mientras lesiones y sanciones le respeten. Así, se podría afirmar, con un escaso margen de error, que si la temporada constara solamente de 38 partidos, los onces de inicio podrían ser calcados de no entrometerse en los planes del entrenador traumatismos o tarjetas.

Marcelino es de esos entrenadores a los que hay que escuchar pero también saber leerles entre líneas y marcarlos de cerca para conocer por dónde van. ¿Supone esa circunstancia un problema para el club o para los aficionados? En absoluto. Cuando se contrata a un técnico se adquiere el pack completo. Unos son tranquilos y previsibles. Otros sacuden a diestro y siniestro como práctica diaria para exprimir lo mejor de la plantilla, la entidad y el entorno. Los hay pasivos-agresivos, tan complicados como sorprendentes en muchas ocasiones. Y también se encuentra uno con aquellos con la capacidad para llevar bien al mismo tiempo el día a día de su rebaño y, con el rabillo del ojo, ir sentado las bases de los distintos ramales por los que podría acabar caminando su futuro más próximo. De todo hay y todos pueden servir, siempre y cuando se reconozca el perfil del sujeto en cuestión y se sea capaz de llevar con mano izquierda sus costumbres.

Desde la misma noche de la derrota ante el Rayo, la afición rojiblanca fue consciente del error del de Careñes al alinear ante el pujante Rayo de Iraola a seis nuevos al mismo tiempo. Por una noche fue más de Bilbao que las carolinas. Pero Marcelino tenía claro que de los tres escenarios de esta pasada semana, el Metropolitano y Mestalla tenían que ser sus mejores escaparates. Como lo fue San Mamés ante el Barça en la segunda jornada y lo habría sido el Bernabéu próximamente de no aplazarse el choque contra los merengues.

No resulta sencillo acomodar diversas intenciones cuando puede ser divergentes entre sí. Por el momento, la obligación principal del asturiano es extraer el mejor néctar de su diezmada plantilla en cada ocasión. Sin embargo, ¿cómo abstraerse de lo que podría esperarle tan pronto como el próximo junio, fecha en la que en principio finaliza su compromiso con el Athletic? No es fácil y Marcelino está tratando de compaginar –en la medida de los posible y sin perder el foco en lo urgente– el tajo que le procura el jornal diario con su exposición en las alfombras rojas más rutilantes. Nada nuevo bajo el sol.

Con estos bueyes tiene el Athletic, como club, que arar unas tierras camino del casi inminente cambio en la dirección de la entidad. De cómo comprendan todas las partes sus obligaciones encaminadas hacia el bien común, dependerá el destino más inmediato del primer equipo. Pronto introduciremos por aquí algún que otro ingrediente más en este complejo cóctel que está siendo preparado.

Lartaun de Azumendi

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