Cruz Azul, el boxeador peso completo que supo conquistar el título que anhelaba

Cruz Azul rompió su malaria, y finalmente puede gritar a los cuatro vientos que es el campeón del futbol mexicano. La Máquina sufrió, pero pudo imponerse a Santos, con un plantel muy comprometido que grabará su nombre en la historia de uno de los grandes del futbol mexicano.

Haciendo una analogía, es difícil encontrar un ejemplo tan acertado como corelacionar la eliminatoria de la Máquina con lo que representa una pelea de boxeo. Durante todo el campeonato, la Máquina fue forjando un récord casi perfecto, se preparó semana a semana para cada una de sus batallas, y siendo el gran favorito, supo reflejar en sus actuacionestodo su poderío.

Una sólida defensa, un estilo sumamente combativo y un poderío en los puños digno de un peso completo hicieron que el cuadro Celeste levantara la mano en su batalla más importante. Sufrieron, la pasaron mal en los primeros rounds del partido de vuelta en el Estadio Azteca, pero cada uno de sus contragolpes lucía letal, sacudiendo a los Guerreros con su punch.

El héroe de la noche debía ser el futbolista más destacado del club en los últimos dos años: Cabecita Rodríguez, un delantero que no importa en qué altura del campeonato nos encontremos, siempre es el hombre más diferencial de su club, significando un peligro permanente en el área contraria.

Cruz Azul tuvo un notable cambio de cara entre cada una de las mitades. En el primer tiempo lució nervioso, dejó crecer al rival y por un momento gracias al gol de Diego Valdés, revivieron los fantasmas que por tanto tiempo persiguieron al club.

Sin embargo y sin practicar un futbol cercano a la perfección, Juan Reynoso modificó desde la pizarra, y optando por cambiar el dibujo táctico a dos delanteros, con Santi Giménez y Cabecita Rodríguez logrando fijar a Félix Torres y Matheus Dória, marcando la diferencia tácticamente y dándole un giro de 180 grados a la actitud de su cuadro.

Los Celestes se la creyeron, y fundamentando su propuesta futbolística en transiciones ofensivas, llegó el tanto más coreado de la historia reciente de los de la Noria, cuando gracias a un toque de Luis Romo, Cabecita Rodríguez cerró la pinza, teniendo la colaboración de Pol Fernández, que se encontraba en fuera de lugar.

En estos momentos, tal vez las formas son lo menos importante, pero Cruz Azul se sacudió de su maldición, y no es muy difícil decifrar que puede venir una época gloriosa para la entidad, ya sin la presión por el ayuno y con un plantel que semestre a semestre tiene los tamaños para pelea por el título.

Necesitaban festejar, requerían alegrías y por fin, los fieles seguidores Azules pueden gritar campeón. Gran premio para el que más lo merecía, un boxeador de peso completo que aprendió de todos sus errores, y peleará de ahora en adelante para defender el cinturón que tantos años trabajó.

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