
Los no deportistas habrán conocido hace poco al dueño del Hoffenheim, Dietmar Hopp, pues a cargo de la farmacéutica Curevac está cerca de encontrar la vacuna contra el coronavirus. Los excesivamente futbolísticos escucharon de él hace poco debido a la polémica creada en el partido ante el Bayern Múnich.
Para los que no lo sepan, ambos equipos decidieron sublevarse ante los aficionados que cantaban, insultaban y portaban pancartas de repulsa contra el dueño del equipo de la pequeña ciudad de Sinsheim. Los futbolistas se pararon y (con 0-6 en el marcador, eso sí), decidieron terminar los últimos 15 minutos de partido pasándose la pelota entre ellos a modo de mofa y crítica hacia dichas manifestaciones de los hinchas.
Detesto quienes usan al fútbol como elemento mediático para apoyar sus repulsas, sus manifestaciones y sus ideologías críticas, más aún cuando se hace con semejante potencia en sus insultos. Todo eso vaya por delante. Pero... ¿Por qué se decidió atacar a Hopp? ¿Por qué además, justamente ahora? ¿Conocen la realidad que no se cuenta y que es clave para entender todos los focos?
Resulta que Hopp, nacido en Hoffenheim (barrio de Sinsheim) y hasta futbolista cuando el club era amateur, es un multimillonario alemán a base de inventar la empresa SAP, hoy catalogada como una de las empresas más grandes y exitosas del planeta gracias a su dominio en el sector de elementos informáticos y software.
Dada su capacidad financiera, desde el año 2000 empezó a ingresar dinero al club de sus amores. Lo dotó de tanta fuerza que, poco a poco, fue ascendiendo de categoría y nadie lo tomaba muy en serio. Cuando alcanzó la Bundesliga, llegaron los problemas. ¿Por qué? Porque el fútbol germano siempre fue ejemplar en cuanto a priorizar, sin tapujos, al aficionado. Todas las líneas van en ese sentido.
Por eso, sus aficiones acuden en masa a los estadios, los visitantes tienen miles de hinchas en las gradas aún cuando juegan lejos de su ciudad, los precios son baratos, siempre son pioneros en actos solidarios, generan todo tipo de tifos y son la envidia de Europa. Lograron todo eso, en parte, por la regla 50+1.
Se trata de una cláusula en las regulaciones de la Liga Alemana para establecer que para obtener una licencia para competir en Bundesliga, el 50% +1 voto tiene que estar en manos del club y sus socios. Nunca en manos ajenas. Eso siempre preserva amor a lo que es tuyo.
El problema empieza con que, hace años, se reflejaron excepciones. En los casos en que una persona o compañía ha financiado sustancialmente un club por un período continuo de al menos 20 años, existe la posibilidad de que dicho inversionista pueda acceder a contar con una participación mayoritaria en el club.
Dos casos renombrados son el Bayer Leverkusen y el Wolfsburg, cuyos principales patrocinadores están atados a la mismísima historia de los clubes. Es decir, nacieron por ellos. Pero Hopp y su Hoffenheim, se aprovecharon de esto posteriormente. Lo construyó de la nada, en época moderna y a base de inversiones de empresa ajena al fútbol. Eso, recibió gran parte de críticas en los últimos años pero con la llegada del RB Leipzig (equipo de Red Bull que hizo lo mismo hasta llegar a la Champions), todo se multiplicó y ambos equipos fueron la diana de dardos del resto de clubes.
Es más, el Leipzig rompió esa naturaleza solidaria y ética en el fútbol alemán, desde su propio nacimiento, pues con la inversión de Red Bull, dirigida por el millonario Dietrich Mateschitz, planeó detalladamente su llegada al país teutón. Pretendía comprar un club ya existente, cambiarle los colores, ponerle otro nombre y empezar a crecer.
Aconsejado por Franz Beckenbauer, apostó por buscar ese club en (ciudad futbolera de tradición, con gran afición y estadio que había sido remodelado para el Mundial 2006). Intentó comprar el FC Sachsen Leipzig, y lo iba a conseguir cuando, en un acto de reivindicación de su afición, la Federación Alemana de Fútbol (DFB) vetó la operación, basándose precisamente en que una empresa no puede adquirir el 51% de un club de fútbol.
Eso sí, su obsesión no se frenó y tras probar con clubes de otras ciudades, acabó por entender que nadie le iba a facilitar su incursión futbolera, por lo que en 2009 logró adquirir el Spiel-und Sportverein Markranstädt, club amateur de un pueblo cercano a Leipzig. Evidentemente, le cambió color, nombre, escudo y todo lo demás, adaptándolo a RB Leipzig. Asumió la gestión delZentralstadion (ahora Red Bull Arena) y, con dinero y gran gestión deportiva (no se puede negar que han sido ejemplares en este sentido), lograron crecer, ascender y plantarse en Bundesliga tras 8 temporadas. Desde que llegaron a divisiones inferiores, las aficiones les recibían con todo tipo de críticas, polémicas, actos contrarios a su dueño y a su identidad de club…
Todo tomó mayor trascendencia porque la Liga permitió a Hopp tener el 96% de las acciones del Hoffenheim, algo que dolió al resto, que se siente amenazado pues si aceptas con uno, llegarán muchos otros y pueden poner en peligro esa liturgia mágica de la Bundesliga. Cuando los hinchas del Borussia Dortmund acudieron a Hoffenheim hace semanas y mostraron su ira con críticas e insultos (algo que hacen cada año), se les volvió a negar el paso al estadio.
El resto de aficiones, en solidaridad, mostraron esa manifestación ante Hoop que, de paso, es ante el RBLeipzig y ante las decisiones de la Bundesliga. NO es forma, seguramente y detesto esta radicalidad, pero están luchando (de mala manera) por sostener el hábitat ejemplar que aún es la Bundesliga. Al menos, hasta que nos dejen...

