
Si no fuera por los árbitros, el Real Madrid hubiera sido el campeón de la edición pasada de LaLiga, de la última edición de la Champions y hasta de algún torneo amistoso de verano que no pudo conquistar. Si no fuera por los mismos jueces, el Barcelona sería líder del actual torneo, con una ventaja de cinco puntos, ganando la mayoría de los encuentros por una diferencia de dos o más goles. Si no fuera por los profesionales que controlan el VAR, el Cádiz ya estaría clasificado a los campeonatos de Europa de las próximas dos temporadas. Y el Valencia o el Betis estarían preparándose para disputar el Mundialito en diciembre. Claro que el futuro tiene infinitos cuentos improbables. El presente, que es lo real, dice que el fútbol español se transformó por lo pronto en un mundo de lágrimas. Todos lloran. O casi todos.
Existe una vieja razón para las nuevas quejas: siempre puede ser mejor buscar excusas afuera que reconocer los problemas adentro.Yo no me equivoco, yo soy perfecto, pero me perjudican. ¿Es tan así? ¿Alguien, de verdad, tiene pruebas -serias- para denunciar una supuesta corrupción arbitral? ¿Tanto cuesta entender que los fallos arbitrales son fallos humanos? ¿El futbolista que da diez pases mal durante el partido es un corrupto?
La consecuencia puede ser peligrosa: con VAR o sin VAR, el dramatismo mata al fútbol. Y aquí se esconde uno de los problemas graves. Sabemos, guste más o menos, que el VAR llegó para que haya más justicia; lo que no sabíamos y nos estamos enterando es que el sistema de videoarbitraje apareció también para que se multipliquen las lágrimas. Y la presión mental, tal vez, termina dominando a las cualidades técnicas y físicas de los protagonistas.
¿Los equipos quieren más justicia?
La pregunta, que hasta parece "irrespetuosa", puede ser observada desde otras perspectivas. Si quieren más justicia, ¿por qué no denuncian cuando les favorecen? Si quieren más justicia, ¿por qué no castigan a sus jugadores cuando fingen una infracción? Justicia no es sinónimo de beneficio.
Las denuncias versión 2022
En los primeros días de enero de este año, Hernández Hernández pitó penalti por supuesta infracción de Alderete a Casemiro en el Real Madrid-Valencia. La cuenta de Twitter del club Che no tardó en denunciar inmediatamente el hecho con un fuerte mensaje: "Lo de los robos en Madrid empieza a ser algo repetitivo".
Un día después, el Betis utilizó también la cuenta de Twitter oficial de la institución para mostrar su malestar luego de su visita al Rayo Vallecano, utilizando palabras como "incomprensible" e "ignominia" para referirse a los fallos. "El Real Betis lleva muchos años siendo absolutamente respetuoso con el colectivo arbitral, pero el arbitraje de hoy es incomprensible. La función de los árbitros es impartir justicia, no la ignominia que hemos vivido hoy en Vallecas", fue el primero de los dos mensajes contra los jueces. El segundo: "Un fallo es comprensible, pero la reiteración de errores en una misma dirección y vulnerando el reglamento no puede serlo. Expulsión de Álex Moreno, mano en el área local, falta previa al gol y falta de William Carvalho cuando se quedaba solo. No tiene explicación posible".
En febrero, el presidente del Cádiz, Manuel Vizcaíno, dio un paso más, enviándole una carta pública a Luis Rubiales, presidente de la RFEF. "Presidente, arregla el tema del VAR, de manera urgente para no ser el hazmerreír de un fútbol que se supone de élite, y que con este tipo de decisiones volvemos cuarenta años atrás. Siento vergüenza e indignación, Luis. Te reitero que nos jugamos mucho, nos ha costado mucho trabajo llegar hasta aquí, sólo queremos justicia y un criterio igual para todos", se puede leer en una parte del texto (aquí la carta completa).
