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Ancelotti no ha vuelto a Madrid con el Imserso

A sus 62 años y después de estancarse en Nápoles y Everton, desde varios sectores, algunos dentro del propio madridismo, se sospechó de Carlo Ancelotti.Muchos incluso le pintaron poco menos que como un señor mayor, sin vigencia por su edad y sus últimas etapas, camino de una jubilación dorada en Benidorm. Pero no.

A Carletto le está pasando, y seguramente le siga ocurriendo, lo mismo que a Zidane, otro entrenador que nada en el éxito sin darse importancia. Esa naturaleza simple es perfecta para quienes no están por la labor de ponderarle como merece. Si gana, los aplausos se repartirán y los piropos apenas rozarán al italiano; y no digamos ya si pierde: se hablará de que su manual de estilo caducó hace tiempo y que el vestuario le ve como un amigo, que manda por encima de él.

Pero detrás de esa ceja levantada hay trabajo 24/7 para limitar la influencia de lo impredecible. Para empezar, y no es algo anecdótico, Ancelotti ha recuperado la paz social de un Real Madrid en el fango por la ausencia de títulos, la polémica carta de despedida de Zizou en 'AS' o el lío de la Superliga. Carlo confió en Davide, su hijo, al que se quiso señalar por el parentesco, aceptó el refuerzo de Pintus y se remangó.

En verano tuvo deberes, buceando para conocer los detalles de una plantilla con ocho supervivientes de (Carvajal, Nacho, Marcelo, Modric, Casemiro, Isco, Benzema y Bale) la Décima. Aquella histórica noche de Lisboa en 2014, curiosamente, la pareja de centrales la formaron Varane y Sergio Ramos, que se marcharon este 2021 al poco de llegar Ancelotti. También lo hizo Odegaard, una de las bases del proyecto de jóvenes, se aceptó a Vallejo y no hubo manera de dar salida a Marcelo, Isco y Bale, venidos a menos y con contrato aún hasta el próximo junio.

Con ese cuadro, los refuerzos de Alaba y, al final, de Camavinga, más la cobra del PSG por Mbappé, debía construir Carletto. Para dificultad extra, Mendy y Kroos, dos titularísimos, y Ceballos no han podido dejar todavía la enfermería; Carvajal, otro fijo, ha vuelto a ella, un lugar que ya han visitado Alaba, Marcelo, Bale o el peculiar Mariano.

Y nada ha perjudicado en exceso, porque este nuevo Real Madrid ha sacado resultados para ilusionar a su afición. Es líder en la Liga, con cinco victorias y un empate, con 21 goles a favor (el 31% del total logrado en el torneo en la 2020-21 y diez más que el siguiente, el Valencia, cuarto) y ocho en contra, quizá su debe en este arranque. Y ha abierto la Champions con tres puntos frente al rival y en el estadio más difíciles, 0-1 en el Meazza al Inter, vigente campeón y actual líder de la Serie A.

Esa alegría en Milán, como la posterior ante el Valencia en Mestalla, ha enseñado el ADN de un equipo que divierte, no se rinde, siempre cree y afronta el tramo decisivo de los partidos con gasolina suficiente para desnivelar el marcador sobre la bocina. Para esto está siendo clave la mezcla de veteranos y noveles...

Se está viendo al mejor Benzema, Modric sigue flotando mientras se le empieza a dosificar, como a Casemiro, Miguel va asentándose, Camavinga ha caído de pie, Vinicius ha explotado, Rodrygo asoma con fuerza también y en la visita del Mallorca se terminó con seis cuatro canteranos (Sergio Santos, debutante, Miguel, Antonio Blanco y Lucas Vázquez; nacho había sido sustituido) en el campo. A Ancelotti le escasean los elogios pero le sobran los méritos.

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