Un semestre complicado fue el que afrontó Atlético Nacional , luego de una seguidilla de victorias y títulos que mantenían satisfecha a una de las hinchadas más grandes y exigentes de Colombia.
Sin lugar a dudas, los exitosos procesos de Osorio y Rueda habían acostumbrado a los seguidores verdolagas y nada menos que la victoria, más de cinco títulos de Liga y una Copa Libertadores habían dejado la vara muy alta para quien tomara la posta en el siguiente proceso.
Lo de Juan Manuel Lillo , resistido desde antes de su llegada, había dejado un sinsabor en el hincha de Nacional, que sufrió una especie de divorcio con la institución a raíz del cambio de presidente y de entrenador tras la era Rueda.
Divorcio que se vio reflejado en la escasa asistencia al Atanasio Girardot durante el segundo semestre del año, algo que, definitivamente, golpeó a los directivos por donde más les duele. En virtud de lo anterior, la contratación de Jorge Almirón se convertía en una apuesta para que la hinchada recuperara la fe y se llenara de esperanza, una vez más.
La seguidilla de victorias han venido muy bien al hincha Verdolaga, pues ahora Almirón es asociado con un estilo de juego que gusta al hincha, vistoso, práctico y ofensivo , a lo que se suma el hecho de que Nacional es dueño del liderato en Liga y comienza a asegurar su paso a la siguiente ronda de la Copa Libertadores, dos hechos que consolidan al entrenador que ha venido a revolucionar el club y a reivindicar al club más ganador de Colombia.
La victoria en el Clásico Paisa se convierte en una nueva prueba que ha superado el argentino, que partido a partido se va clavando en el corazón de una hinchada que le apoya y le agradece.
