Kepa Real Madrid Athletic Club LaLigaGetty Images

A Múnich con Ronaldo y con ‘Cesarini’ como estandartes

OPINIÓN

El karma es insobornable. Está presente en todos los órdenes de la vida, y no hay nadie capaz de sortearlo. El Atlético se desprende de jugadores en el mercado de invierno, y se empiezan a lesionar todos uno tras otro. Arturo Vidal clama venganza contra el Real Madrid, y se lesiona al día siguiente de gravedad. Zidane descartó a Kepa Arrizabalaga en el mercado invernal, y este miércoles se hizo dueño y señor del que pudo haber sido su estadio si tan sólo el técnico francés le hubiera pedido una firma. No lo hizo y el cancerbero vasco obligó a todo el planeta fútbol a repreguntarse el porqué con una actuación memorable ante el Real Madrid.

No fue una parada suelta de póster. Ni dos. Fueron hasta seis paradas sólo en la primera parte. Y tres de ellas para ponerse en bucle: a Cristiano, abajo, a Varane, a bocajarro, y a Asensio, abajo tras un jugadón explosivo en banda. El Santiago Bernabéu había recibido a Kepa con total indiferencia y al descanso los aficionados no podían comerse el bocata porque todavía tenían las manos en la cabeza. Y es que si el Athletic se marchó a vestuarios al intermedio con la ventaja de 0-1 fue por el precioso gol de Williams en una laguna colectiva en defensa, pero sobre todo, porque bajo palos hubo un coloso con un imán en sus manoplas.

El efecto Kepa hizo mella en un Real Madrid que se pareció mucho al de la primera parte de la temporada sin llegar a ser el que se vio ante la Juventus. Aseado, correcto, entregado, pero por momentos también empequeñecido por los numerosos fallos propios y por los aciertos ajenos. Eso sí, no le faltó al encuentro ni una pizca de vigor, emoción ni tensión competitiva. Aunque Múnich estaba tras la esquina, el once de Zidane y los cambios (Bale e Isco) hubieran invitado a un Gurb cualquiera a pensar que realmente hubiera algo en juego, cuando apenas se trataba de un partido de Liga más. 

Y quizás por eso, al final el equipo blanco acabó salvando el ensayo general para la Champions League con dignidad. Y con un gol de Cristiano Ronaldo también. No podía ser otro. Algunos aficionados lo escucharon ya desde la calle. Se perdieron cómo el ‘7’ desviaba con el taco un tiro lejano de Modric para poner la igualada en el electrónico e igualar su mejor racha de partidos anotando (22 goles en 12 partidos). Tardó 88 minutos en llegar el gol, pero al final el Real Madrid se encontró consigo mismo. Se medirá al Bayern tras dos partidos seguidos en el Bernabéu sin ganar… pero con Cristiano y con ‘Cesarini’ de su lado. Ni tan mal augurio, oigan.

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