Lim se ha quedado sin amigos. Ya no tiene socios en Valencia y los que le quedan han quedado tan marcados que ahora ya no quieren ponerse en la foto. El asiático puede que siga sin querer vender su paquete accionarial estos días, pero a corto o medio plazo es inviable que no venda el club porque ya no tiene a nadie.
El máximo accionista ha consumido al club, ha quemado todos los apoyos que llegó a tener. Siempre me gusta recordar, para que nadie pueda utilizar el absurdo argumento del racismo o la xenofobia, que Lim fue agasajado por miles cuando aterrizó por primera vez en Mestalla en octubre de 2014. Sin embargo, a Lim se le ha visto el cartón ya sin posibilidad de engaño. Vino con un plan claro, comerciar con jugadores de su amigo (o socio) Jorge Mendes y poco más. Nunca tuvo intención de nada de lo que prometió, ni proyecto de club, ni estadio nuevo, ni limpiar deuda, ni nada de nada. Todo era mentira. Dinamitó el proyecto de Salvo y Rufete y cuando consiguió, por consejo de su amigo Tebas, a dos sustitutos de verdad, como Mateu y Marcelino y volvió a encarrilar el club lo destrozó todo.
Ha habido quien los ha seguido apoyando y haciéndoles el trabajo sucio. Ya ha quedado evidenciado que en esta vida no hay nada gratis. Por eso, ahora que ya es todo público y notorio es el momento de que actúen los que deben actuar y obliguen a Lim a vender. Sí, OBLIGUEN del verbo OBLIGAR. Porque Lim se ha saltado todos los códigos de los países democráticos. No sirve con repetir como loros que cumple con los pagos porque encima no es verdad. Lim también dejó de pagarle al banco en el verano de 2020. Y dejó de pagarle a los jugadores ese mismo verano. Que no se le olvide a nadie de los que dice que siempre argumentan eso para no poder sacarlo. Es incierto, Lim incumplió y desde ahí solo ha podido hacer frente a los pagos ordinarios con préstamos y más préstamos que como siempre, aumentan la deuda y asume el club.
El Valencia CF se ha convertido en un problema de Estado para la ciudad y para el Gobierno autonómico. Ahora, ya no pueden mirar a otro lado y son ellos los que pueden activar el protocolo de actuación para la recuperación del club. Hasta ahora se habían escudado en un argumento lógico, que era que no podían intervenir en una empresa privada, porque ya lo hicieron sus antecesores y las cosas siempre salieron mal. Sin embargo, la diferencia es que siendo el Valencia CF una sociedad privada, siempre, siempre, tiene matices que la hacen pública. Porque es de su gente, porque es un club que arrastra a una masa importantísima de la sociedad valenciana y además el club tiene un contrato con la administración por el tema del nuevo estadio, que está incumplido por parte de Lim y que si se lo anulan provocaría la pérdida de muchos beneficios para el club.
Ante eso, los políticos, que no han colaborado con Lim, han dado un primer paso inteligente que ha sido guardar los derechos urbanísticos para el club, para cuando alguien quiera hacer el estadio que merece el club y la ciudad y retirárselos a Lim si no hace el estadio pactado. Pero falta más. Ahora viene lo complejo y lo valiente. Hablar con el banco, CaixaBank, hablar con los abogados de Lim y hacerles ver que hay que buscar una salida. Lim tiene que vender.
Los políticos saben que hay personas con opciones reales para comprar el club. Hay propuestas. Empresarios con un fondo de inversión. Ex presidentes con que tienen a grupos importantes preguntando y que han querido presentar ofertas. Colectivos intentando presentar planes de recuperación a través de préstamos bancarios…. Hay alternativas y opciones pero falta la voluntad política del cambio en el club, pero detecto que la protesta del pasado sábado, con esa imagen poderosísima que dejó el valencianismo vaciando su estadio y animando fuera, ha despertado esa conciencia de cambio.
Esta semana el club ha tenido que anular la cena benéfica, pero la ha anulado porque las marcas no han querido asistir al acto. No han querido la foto con el presidente. Han mantenido las donaciones pero se han negado a la foto e incluso algunos se han atrevido a argumentar que no acudirían por no estar de acuerdo con la gestión. El valencianismo ha avanzado mucho en la batalla, pero ahora se requiere de las altas instancias para recuperar un club que jamás debió ser vendido. Nunca. El Valencia es patrimonio de la ciudad y siempre debería estar custodiado en casa y por su afición.
Señores políticos, háganlo posible. Ustedes tienen la llave. El valencianismo ya ha sufrido mucho más de lo que merecía.


