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A 17 años del fatídico adiós de Albeiro Usuriaga: Cuando el Palomo volaba

A Albeiro Usuriaga solo lo pudieron detener las balas que le dispararon en la noche del 11 de febrero de 2004 cuando departía con amigos en Cali. En la cancha era imponente, lleno de virtudes, gambetas, potencia, velocidad y mucha calidad.

Era un delantero certero, pero poco recordado en Colombia a pesar de haber pertenecido a la primera gran generación de futbolistas colombianos, la misma del Pibe Valderrama, René Higuita, Faustino Asprilla, Freddy Rincón y los otros nombres del equipo que fue a tres mundiales seguidos.

Su figura fue determinante para la primera Copa Libertadores para Colombia, en 1989 con Atlético Nacional . Fue el autor del gol en el repechaje ante Israel que llevó a la Selección al Mundial de Italia 90 . Incluso es uno de los ídolos más recordados de Independiente de Avellaneda, con el que ganó una Liga y tres títulos internacionales.

Dicen quienes lo conocieron que tal vez, como a otros tantos, su vida personal fuera del fútbol, fue la que no lo dejó llegar más alto. La misma que lo privó de ir a la Copa del Mundo de 1990 por problemas con la plantilla que dirigía Francisco Maturana.  La misma que le ocasionó dos años de suspensión por dar positivo por cocaína en Argentina.

Pero mientras pudo y quiso, brilló. Su piel azabache, sus crespos vibrantes y su sonrisa dieron alegrías a propios y extraños en diversas latitudes del planeta. 

Fue un trotamundos, también. Entre su debut en 1986 y su retiro en 2003 pasó por el América de Cali, Tolima, Cúcuta, Nacional, Millonarios, Bucaramanga y Pasto, en Colombia; Independiente, General Paz y All Boys, en Argentina; Málaga de España; Necaxa de México; Barcelona de Ecuador; Santos de Brasil; Sportivo Luqueño de Paraguay y Carabobo FC de Venezuela.

El vuelo del Palomo fue frustrado de manera intempestiva con solo 37 años. La justicia determinó varios años después que quien ordenó el crimen fue el líder de una banda de sicarios, expareja de la mujer con quien salía por ese entonces. Un lío pasional que ensangrentó una vez más al fútbol colombiano. 

Paz en su tumba, que siga volando alto en el cielo, que en la tierra están sus goles como legado.

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