Xavi Barcelona GFXGetty/ GOAL

Xavi tomó el banquillo del FC Barcelona cuando nadie más quería y ahora se va en el momento indicado

"Dejaré el FC Barcelona en junio. Hemos llegado a un punto sin retorno y es hora de cambiar. Como culé, creo que es hora de irme".

Esas fueron las palabras de Xavi, quien el sábado por la noche anunció su intención de dejar el banquillo blaugrana al final de la temporada. Fue una declaración digna, un sentimiento maduro hacia un club que se ha convertido en víctima de críticas sin velo en los medios y de burlas descaradas en las redes sociales en los últimos meses.

Sin tener en cuenta el contexto, la decisión del entrenador podría ser percibida como un acto de cobardía por parte de uno de los hijos pródigos del club. Pero si se amplía el espectro del análisis, todo toma sentido: el Barcelona está en cuarto lugar en LaLiga a 11 puntos del líder y a 10 del Real Madrid, eliminado de la Copa del Rey y a las puertas de un complicado cruce de octavos de final en la Liga de Campeones contra el Napoli.

El Blaugrana ganó la liga española por primera vez en cuatro años la temporada pasada, con una muy buena cosecha de 88 puntos. Si en el curso actual el equipo continúa al ritmo que lleva, terminará la competición con 80 respetables unidades. Pero para un equipo que esperaba dar un paso adelante, encontrarse afuera de la pelea por el título con casi media liga por delante es simplemente demasiado. Si se suma el hecho de que esto es el FC Barcelona -el club de Lionel Messi, Pep Guardiola y Johan Cruyff- que Xavi no pueda continuar en su cargo luego de perder tantos partidos importantes consecutivos es un desenlace lógico.

Hay algo de honor en todo esto. El entrenador no será aclamado por dejar el club, ni se le suplicará que se quede. Su decisión de partir ha sido aceptada a regañadientes por el presidente del club, Joan Laporta, tras una conversación que presumiblemente fue seguida por suspiros de alivio por ambas partes.

Queda mucho fútbol por jugar esta temporada, con muchos giros y vueltas por venir. Pero Xavi ha negociado su salida con gracia y, después de ganar un valioso título de LaLiga el año pasado, puede abandonar su trabajo soñado con dignidad, incluso aunque la sensación es que podría haber llevado a este equipo mucho más lejos.

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    Un trabajo que no quería nadie

    Xavi entendió lo que significaba. Él era, como el entrenador del Al Sadd de Qatar, técnicamente un extraño. Pero nunca había dejado realmente Barcelona. Prefería hablar en catalán. Pasó por La Masia y ganó 22 trofeos vestido de blaugrana, antes de regresar por la gloria a un club que estaba a una comida costosa de declararse en bancarrota.

    La cosa venía mal desde hacía varios meses. Ronald Koeman podría haber sido relevado de sus funciones al final de la temporada 2020-21, pero la consagración en la Copa del Rey le valió la continuidad. Pero la salida de Messi rumbo al PSG, en gran parte debido al deplorable estado financiero del club, puso demasiado cuesta arriba la tarea del entrenador, que no pudo tolerar un -lógico- arranque desastroso de la campaña 21-22. A finales de octubre, el ruido era demasiado y Koeman hasta fue abordado en su coche por aficionados descontentos después de una derrota en el Clásico por 2-1. Su despido quedó firmado menos de un mes más tarde.

    Por primera vez en casi 20 años, el puesto de entrenador del Barça no era un trabajo atractivo. Una era brillante, que comenzó con el tiki-taka y terminó con la 'MSN', había llegado a su fin. El Barça no tenía a Messi, Andrés Iniesta o Luis Suárez, ni dinero para intentar reemplazarlos. Pero Xavi conocía el club. Jugó tanto con Guardiola como para él. Había manifestado públicamente su deseo de ser entrenador del club en el pasado. Y con el nuevo presidente Joan Laporta necesitado de ganar el favor de la grada, su llegada parecía una combinación perfecta.

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  • Xavi Barcelona Benfica Champions League 2021Getty Images

    Los complicados primeros meses

    Xavi llegó como un héroe. La leyenda del club había regresado, listo para construir el equipo de nuevo. Tenía a sus pequeños protegidos en Gavi y Pedri. Tenía sus proyectos en Frenkie de Jong y Ronald Araújo. Y también tenía a un viejo conocido dentro de la plantilla, luego de que Dani Alves regresara al club de manera inesperada como agente libre.

    La novedad pronto se desvaneció. El éxito en la Liga de Campeones era una prioridad y el Barça necesitaba ganar sólo uno de sus dos últimos partidos en la fase de grupos para llegar a los octavos de final. Un empate 0-0 en casa contra el Benfica, en un duelo en el que el blaugrana tuvo hasta suerte de no perder, dejó servida la mesa para el desastre contra el Bayern Munich en el Allianz Arena: el equipo de Xavi no logró ni un solo disparo a puerta en una derrota por 3-0 y sufrió la ignominia de caer a la Europa League tras 21 años de clasificaciones a octavos consecutivas.

    El Barça pasó los siguientes meses a la deriva. Mejoró ligeramente su forma en la liga y se acercó a los primeros puestos de la tabla, pero el envión se frenó por un par de empates contra el Granada y el Espanyol. Todo terminó con una eliminación en las semifinales de la Europa League ante un despiadado Eintracht Frankfurt, que le encajó tres goles en el Camp Nou y lo dejó fuera de la competición que al menos habría servido de premio consuelo.

    "Es una gran decepción. Es una lástima porque teníamos esperanzas en esta competición", admitió el entrenador después de la derrota. Este no iba a ser un trabajo fácil, y Xavi lo había visto de primera mano.

  • Barcelona La Liga trophy 2022-23 Sergio BusquetsGetty

    ¡Gloria!

    Luego vino la inversión. Koeman había hecho público su pedido a la directiva para salir al mercado en busca de jugadores en el verano de 2021. Laporta, recién asumido el cargo, se negó y le dio al neerlandés muy pocos recursos para trabajar.

    Sin embargo, un año más tarde el presidente demostró que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por Xacci. El verano de 2022, a costa de una serie de acuerdos financieros a corto plazo que hipotecaron el futuro del club, el Barcelona reconstruyó una plantilla raquítica y sin confianza.

    Con dinero fresco (y oscuro) en la billetera, Xavi se dedicó a armar un equipo que pudiera competir por el título liguero. Llegó Robert Lewandowski, un delantero de clase mundial. Raphinha se sumó para dar un golpe ofensivo. Jules Koundé se incorporó en nombre de la estabilidad defensiva. Andreas Christensen aportó inteligencia en la última línea, mientras que la permanencia de De Jong en el centro del campo -cuando su salida parecía casi obligatoria para equilibrar las finanzas- completó todo.

    El FC Barcelona campeón de LaLiga 2022-23 no se caracterizó por un fútbol champagne, pero nadie podrá decir que su título fue injusto: el equipo se consagró con comodidad, principalmente gracias a contar con la defensa más eficiente de Europa. Todo esto sucedió frente a un incómodo telón de fondo: el club blaugrana no sólo estaba en guerra con LaLiga por la situación financiera, sino que en medio de la temporada estalló el 'Caso Negreira' luego de que salieran a la luz las graves acusaciones sobre un esquema secreto para pagar a altos funcionarios del arbitraje. Mientras tano, los medios catalanes parecían más interesados en saber si Xavi quería volver a fichar a Messi que en conocer los pormenores del éxito del equipo.

    El entrenador, en retrospectiva, merece un crédito inmenso por sobrellevar esa tormenta. Ganó en circunstancias difíciles, mientras hacía todo lo posible para acallar los rumores en torno al club. No fue algo fácil de hacer. Y el Barça estaba de vuelta.

  • Barcelona GironaGetty

    Una caída repentina

    O eso es lo que todos pensábamos...

    Es difícil señalar el momento exacto en el que todo salió mal para Xavi y eso tal vez se deba a que hubo muchos pequeños fallos y señales preocupantes: estuvo la derrota en los octavos de final de la Europa League contra un Manchester United debilitado hace un año, también el fuerte aumento en los goles concedidos durante los últimos meses de la temporada 2022-23, la sequía goleadora de Lewandowski...

    Fue quizás ominoso que tanto Sergio Busquets como Jordi Alba se marcharan al final de la temporada pasada. Y aún más preocupante que ninguno de los dos símbolos fuera debidamente reemplazado (Oriol Romeu no cuenta). Un vistazo a la plantilla actual del Barça sugiere que se reforzó en áreas que no necesitaba y se ignoraron posiciones clave en el mercado. Ilkay Gundogan, por ejemplo, no necesitaba ser añadido a un equipo lleno de centrocampistas box-to-box. Y Joao Cancelo, un lateral derecho con mucha técnica pero limitadas capacidades defensivas, nunca pareció complementar al resto de la sólida línea defensiva de Xavi.

    Ese equipo imperfecto empezó a perder puntos en las áreas donde podía esperarse: con demasiada frecuencia esta temporada, el Blaugrana ha sido superado en el centro del campo y desbordado en defensa. Las señales estaban ahí desde el principio. El equipo de Xavi encajó tres goles contra el Villarreal a finales de agosto, y dos contra un Mallorca con 10 hombres un mes después. Entre todas las competencias le han marcado tres goles en el primer minuto, tantos como en las 18 temporadas anteriores combinadas.

    Las alarmas sobre la seguridad del puesto de Xavi comenzaron a sonar ceremoniosamente en noviembre, después de una derrota por 1-0 ante el Shakhtar Donetsk en la Champions League. Una nerviosa victoria sobre el Porto no alivió las preocupaciones. Sin embargo, el 10 de diciembre, todo se derrumbó cuando Barca fue superado 4-2 en casa por el Girona, una paliza que mostró la gran diferencia entre los líderes de LaLiga y sus humildes vecinos, en un cambio de roles incomprensible e impensado tan sólo un par de años atrás.

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    La digna decisión de partir

    Así y todo, la decisión de Xavi de marcharse es una sorpresa. Aunque el entrenador se había referido repetidamente a una posible salida en las semanas previas a su anuncio, nunca pareció probable que renunciara en el corto plazo. En estos días, muy pocos entrenadores se van en sus propios términos. Para las leyendas del club, casi nunca sucede (la salida voluntaria de Zinedine Zidane del Real Madrid es quizás la más comparable en la memoria reciente).

    Hay una cierta dignidad en el fracaso glorioso, pero el fútbol nunca parece recompensarlo. Los entrenadores están condicionados a permanecer en un trabajo hasta que ya no sean lo suficientemente buenos para hacerlo, sólo para sufrir la humillación de ser despedidos. Es el ciclo desafortunado de la gestión de los clubes de élite.

    En cierto sentido, Xavi es el héroe trágico. Dio vida nueva a un club languideciente, ganó un título de liga e hizo soñar de nuevo a los aficionados del Barça. Y cuando todo ha salido mal, ha salvado su reputación y evitado que Laporta se manche las manos con una cesantía que parecía inevitable más temprano que tarde.

    Pero también ha hecho algo muy peligroso aquí. Todavía quedan cuatro meses de temporada y muchos partidos de fútbol por jugar. Aunque el Blaugrana está fuera de la Copa del Rey y se está quedando muy atrás en LaLiga, todavía le queda una eliminatoria de la Liga de Campeones. Y obtener lo mejor de sus jugadores para ese partido puede que no sea lo más fácil para Xavi, especialmente si ya tienen la mirada puesta en mantenerse en forma para jugar para el próximo entrenador.

    Su salida también invita a todo tipo de conversaciones incómodas sobre su plantilla actual. ¿Se quedará Lewandowski? ¿Tendrán que vender a De Jong este verano? ¿Se arrepiente de haber fichado a Félix, Cancelo y Romeu? Estas son todas preguntas incómodas que ahora se pueden plantear. Xavi, simplemente, está agotando el tiempo.

  • Joan Laporta Xavi Barcelona 2023Getty

    ¿Y ahora quién se sentará en el banquillo blaugrana?

    Mikel Arteta, según el diario Sport, ya ha renunciado mentalmente a su cargo en el Arsenal. Según la publicación catalana, el entrenador de los Gunners informó a miembros clave de su "entorno" que planeaba irse, comenzó a planificar transferencias para la temporada 2024-25 del Barça, inscribió a sus hijos en una escuela en Barcelona e identificó algunos muebles acogedores para su nuevo piso cerca del Camp Nou.

    Por supuesto, Arteta no será el entrenador del Barça el próximo año. Esos informes fueron desmentidos en cuestión de minutos. Jurgen Klopp, pronto a dejar el Liverpool, probablemente tampoco asumirá el puesto, ya que quiere un año alejado del fútbol. José Mourinho parece una opción poco probable, mientras que los rumores dispersos sobre un regreso de Guardiola son risibles.

    Xavi tenía razón cuando señaló que nunca habrá un 'Sir Alex' en el Barcelona. "Me han preguntado muchas veces si sería el Ferguson del Barça... La verdad es que eso nunca sucederá aquí", afirmó enojado después de anunciar su renuncia.

    El entrenador culpó a los medios de comunicación por eso. Pero, en términos más amplios, es un problema de la cultura del club. ¿Cómo tienes éxito en un trabajo donde se espera el éxito constante? ¿Cómo sigues a la sombra de Guardiola, Cruyff y Luis Enrique? ¿Cómo sacudes el fantasma de Messi que todavía acecha La Masia? ¿Qué haces cuando un primer título de liga en cuatro años no es suficiente?

    El Barcelona ha ganado demasiadas cosas y se ha visto demasiado bien haciéndolo como para que cualquier entrenador pueda estar a la altura de esas expectativas. Todavía hay honor en el cargo y Xavi lo demostró al aceptarlo. Pero mantenerlo y controlar un club volátil desde el centro es casi imposible.

    Entonces, Xavi tomó el trabajo en el Barça que nadie quería, se fue cuando se volvió insostenible y prácticamente salvó su propia piel. ¿Quién sería lo suficientemente tonto como para seguirlo?