La palabra que utilizó Fabián Ruiz fue "completitud". Tras la derrota por 4-0 del Paris Saint-Germain ante el Real Madrid en el Mundial de Clubes, el centrocampista español tenía claro lo que su equipo había logrado.
Fue una victoria total, de esas que rara vez se ven en una semifinal, y mucho menos contra un club como el Madrid. El PSG mereció la goleada que sufrió: sin suerte, sin polémicas, sin acciones individuales que pudieran cambiar el rumbo, el ritmo o el ánimo del partido. Los Blancos fueron aplastados.
El resultado del miércoles representa un momento clave al cierre de una temporada llena de hitos para el PSG. En los últimos seis meses, han dominado con autoridad a casi todos los grandes clubes europeos. Para ellos, este fue solo otro trofeo más en su camino hacia la dominación mundial inevitable.
Pero para el Madrid, esta derrota dejó en evidencia la gran distancia que los separa de los mejores equipos de Europa. La salida de Carlo Ancelotti y la llegada de Xabi Alonso, junto con varios fichajes inteligentes, se suponía que solucionarían los problemas que afectaron su campaña 2024-25. Sin embargo, en Nueva Jersey, y no por primera vez en el último año, parecieron una sombra de un equipo de primer nivel: un proyecto en construcción que intenta competir con la élite mundial y fracasa estrepitosamente.
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