Los aficionados del Liverpool podrían conseguir lo que quieren, después de todo. Trent Alexander-Arnold anunció a principios de este mes que dejará el club al final de la temporada. Todos los rumores apuntan a que firmará con el Real Madrid como agente libre, con un contrato lucrativo que le permitirá vivir sus mejores años en la capital española.
Este es un movimiento clásico en el fútbol: un gran jugador deja un club muy bueno para unirse a los Blancos. Así funciona el “imperio malvado”.
La noticia generó gran indignación entre los seguidores locales. ¿Cómo pudo Alexander-Arnold hacer algo así? ¿No debería pensar más allá de su carrera deportiva y considerar a la afición? ¿Y qué hay de nosotros, los hinchas?
Las críticas no se hicieron esperar, y creció el sentimiento de que al menos el club debería asegurarse una buena suma de dinero con su salida. Jamie Carragher incluso sugirió en televisión que unos 20 millones de dólares podrían aliviar un poco ese golpe.
En ese momento, la idea parecía descabellada. Pero ahora Carragher podría estar en lo correcto. Se abrirá una ventana de transferencia preliminar del 1 al 10 de junio, antes de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, que permitirá a los equipos participantes registrar jugadores que, de otro modo, llegarían en julio. En la práctica, podrán hacer sus movimientos de verano de forma anticipada, bajo el argumento de reforzar sus plantillas para el torneo.
Esto podría beneficiar al Liverpool: tienen la posibilidad de pedir una compensación económica por dejar ir a su estrella del lateral derecho antes de tiempo.
Pero el panorama general es mucho menos justo. Esta ventana favorece a los clubes que deberían presentarse al torneo con sus plantillas completas, permitiéndoles reequiparse y reconstruirse rápidamente. Esto pone en entredicho la integridad de la competencia y expone cómo esta versión ampliada del Mundial de Clubes — altamente comercializada y que se jugará en Estados Unidos — fue organizada de manera apresurada y poco equitativa.





