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Lionel Messi, Inter MiamiGetty/GOAL

¿El último baile? Lionel Messi reúne a la vieja guardia del Barcelona para buscar la gloria con Inter Miami

Ver a Lionel Messi reuniendo los restos de los grandes equipos del Barcelona en Miami fue algo hermoso. Era un equipo pensado para los románticos del fútbol. Quienes vieron a Messi brillar en el Barça recordarían su conexión, su juego y sus victorias junto a estos compañeros.

Jordi Alba fue el lateral izquierdo que más asistencias le dio a Messi. Luis Suárez desarrolló una química ofensiva con él que muchos solo podrían soñar. Y Sergio Busquets, en el corazón del mediocampo, controlaba el ritmo del juego con precisión metronómica y recogía trofeos como quien respira.

Ese cuarteto fue la columna vertebral de uno de los mejores equipos de la historia del deporte. Su reencuentro en Florida simplemente se sintió natural. Uno puede imaginarlo como un “Volvemos a reunir a la banda”. Probablemente fue por WhatsApp. Quizá hubo una llamada por Zoom. Tal vez los agentes tuvieron algo que ver.

Se reunieron, y la expectativa era ganar, temprano y a menudo. La realidad, sin embargo, ha sido muy distinta. Las vibras siguen intactas, el romanticismo es evidente, y su deseo de rendir a un nivel alto es incuestionable. Pero los resultados se han mostrado esquivos.

El tiempo, parece, se está acabando. Alba y Busquets se retirarán al final de la temporada, Suárez podría hacer lo mismo. Y aunque Messi acaba de firmar una extensión de tres años con el club, existe la sensación de que este es el último viaje de los catalanes en Miami. La banda se está desmembrando, y al amanecer de los playoffs de la MLS, tienen una última oportunidad de alcanzar un gran éxito.

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  • Luis Suarez, Lionel Messi, Inter MiamiImagn

    La conexión del Barcelona

    Hay una hermosa sensación de circularidad en la historia de estos cuatro. Jugaron juntos por última vez en el Barcelona en 2020. Aquella versión del equipo rindió por debajo de lo esperado, al punto de cometer la osadía de no ganar LaLiga. Aun así, en el Barça los trofeos son la verdadera moneda de cambio, y el cuarteto, finalmente, falló.

    Después, sus caminos se separaron. Suárez se marchó al Atlético de Madrid cuando quedó claro que el club entraba en una etapa de transición. Messi, increíblemente, se fue poco después, iniciando aquella extraña y febril etapa en París con el PSG: unos cuantos goles memorables, algunas ausencias polémicas y, al final, la culminación de su carrera con la Copa del Mundo conquistada con Argentina. En 2023, se mudó a Miami.

    Alba y Busquets permanecieron un poco más, veteranos en una época peculiar de LaLiga, con Barça y Real Madrid en plena reestructuración. Xavi —otro excompañero, para completar la nostalgia— asumió el cargo de entrenador. Ganaron LaLiga en 2023, y luego ambos pusieron rumbo también a Miami.

    Suárez los siguió más tarde, tras un paso por el fútbol sudamericano con Gremio. Su fichaje sorprendió: él mismo había admitido públicamente que su cuerpo ya no respondía igual. Pero el atractivo de Miami —y la posibilidad de reunirse con sus viejos amigos— fue demasiado tentador como para decir que no.

    El Inter Miami, por su parte, era un equipo curioso. En 2024 arrasaron en la temporada regular, dominaron la liga, establecieron un nuevo récord de puntos y ganaron el Supporters’ Shield. Eran, por extensión, los grandes favoritos en los playoffs. Y, sin embargo, fallaron de manera estrepitosa: cayeron en la primera ronda ante el octavo clasificado, Atlanta United.

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  • Inter Miami CF v New England RevolutionGetty Images Sport

    Los desafíos de una nueva temporada

    De cara a esta temporada, todo parecía anunciado. Circulaban rumores de que Suárez podría retirarse al final de la campaña anterior, pero decidió continuar. Busquets y Alba, por su parte, afrontaban el año con contratos a punto de expirar. Los refuerzos que Miami incorporó durante el invierno —Tadeo Allende, Telasco Segovia y Maxi Falcón— parecían movimientos inteligentes: fichajes del tipo que suelen transformar a un equipo de la MLS en un candidato inmediato al título.

    La llegada de Javier Mascherano al banquillo, mientras tanto, fue un movimiento de enorme peso, no solo por su perfil, sino también como una clara apuesta por mantener contento a Messi.

    Aun con las limitaciones propias de la liga, Miami ha gestionado bien sus recursos. La carga de trabajo era inevitablemente alta: a un calendario ya saturado de la MLS se sumaban la Copa de Campeones de la CONCACAF, el Mundial de Clubes y la Leagues Cup. En total, disputaron 57 partidos, con un balance de 31 victorias, 12 derrotas y 14 empates.

    El equipo promedia más de dos goles por encuentro, presume el mejor ataque de la liga y, lo más importante, ha logrado mantenerse en buena forma física durante toda la temporada.

    Los movimientos a mitad de año también fueron astutos. Benjamin Cremaschi, tras criticar públicamente a su entrenador, fue transferido al Parma; su etapa en Miami parecía haber llegado a su fin. En contraste, el fichaje de Rodrigo De Paul representó una mejora sustancial en el mediocampo y, quizá, una señal de que el retiro de Busquets está cerca.

    Es cierto, el club no consiguió el defensa central que tanto necesitaba. Pero en perspectiva, considerando el panorama general y las particularidades de la MLS —una liga donde el éxito en los playoffs lo define todo—, el Inter Miami luce mejor preparado para una carrera profunda que el equipo del año pasado.

  • Nashville SC v Inter Miami CFGetty Images Sport

    ¿Cuál sería el éxito?

    Es importante preguntarse, sin embargo, qué significa exactamente el éxito para el Inter Miami. Las cifras indican que se trata de un buen equipo de la MLS, liderado por alguien que, por decir lo menos, marca una diferencia abismal. Pero su posición en la Conferencia Este —tercer lugar, a solo un punto del primero— refleja con precisión dónde están realmente como conjunto.

    El FC Cincinnati, segundo en la tabla, luce más equilibrado y cuenta con múltiples recursos ofensivos. En la cima, el Philadelphia Union se mantiene como un equipo consistentemente sólido, con la experiencia necesaria para resistir la exigencia física y mental de las series de tres partidos en los playoffs.

    En realidad, Miami está exactamente donde debería estar, sobre todo si se considera que ha jugado 16 partidos más que Cincinnati y 18 más que Philadelphia debido a su participación en otras competiciones. Es un plantel veterano, al que se le exige disputar más encuentros que nadie, y aun así está a solo un punto del liderato. En términos generales, bajo las condiciones normales del fútbol moderno, eso equivale a un rendimiento superior.

    Miami no ha tenido tiempo para recuperarse, reagruparse o entrenar con regularidad. Viven de un partido al siguiente, casi a contrarreloj. Cualquier otro equipo sufriría con ese ritmo. Pero, claro, nada de eso sirve como excusa. Miami no puede ampararse en la carga de trabajo ni en las dificultades logísticas. Al final, su talento —especialmente el de su número 10— es lo que hace que todo lo demás parezca secundario.

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  • Nashville SC v Inter Miami CFGetty Images Sport

    Nashville y las realidades de un enfrentamiento difícil

    En el Decision Day de la MLS, Miami ofreció algo cercano a su versión más deslumbrante. La actuación fue muy al estilo de Miami: comenzaron siendo arrasados durante 20 minutos y pudieron haber encajado uno o dos goles. Luego, los protagonistas despertaron. Alba encontró a Messi, quien abrió el marcador. Nashville respondió con dos tantos y se fue al descanso ganando 2-1.

    Pero los chicos del Barça en Miami se activaron en la segunda mitad. Messi anotó dos veces más y asistió en un tercer gol. Alba rugía por la banda izquierda, y Suárez se convirtió en una molestia constante, con un par de remates bien atajados. Aun así, un 5-2 no siempre deja satisfechos a los entrenadores: claro, cinco goles son agradables, pero conceder dos no es señal de un equipo completamente en control.

    El control, sin embargo, nunca ha sido el fuerte de Miami. Y es precisamente por eso que resultan tan peligrosos. Este equipo puede despertar de golpe y anotar cuatro goles en la segunda mitad sin despeinarse. Sacrifican la defensa en nombre de un ataque imponente. ¿Es arriesgado? Sin duda, y podría jugarles en contra en algún momento. Pero así es como juegan.

    Nashville, el rival en este nuevo enfrentamiento desde el Día de Decisión, no será un oponente sencillo. A pesar de la derrota reciente, son un equipo estructurado, disciplinado, bien entrenado y con atacantes de primer nivel como Hany Mukhtar y el implacable Sam Surridge. Probablemente, no habrá otra victoria de Miami por 5-2.

  • Nashville SC v Inter Miami CFGetty Images Sport

    Las rondas posteriores, cuando puede volverse difícil

    Por supuesto, el enfoque inmediato de Miami estará en Nashville. Pero las rondas posteriores son donde realmente deberían empezar a preocuparse. Durante gran parte de la temporada regular, los Herons podían controlar los partidos, tomarse su tiempo y ahorrar energía. Los juegos de baja intensidad les resultaban cómodos.

    En los playoffs, no existe el fútbol de baja intensidad. Y ahí es donde Miami podría enfrentar dificultades. Hay equipos capaces de superar tanto en velocidad como en inteligencia a los veteranos del club. Enfrentar a jugadores cuya experiencia no compensa el ritmo físico con rivales que saben explotar cada debilidad podría complicarles la vida.

    Es también allí donde entran en juego las sensaciones. Donde los guionistas del fútbol tienen que despertar. Miami nunca estará completamente superado, no mientras tengan a Messi, Alba, Busquets y Suárez. Pero, como colectivo, sí podrían ser superados en el juego, y hay una diferencia significativa.

    En ese punto crítico, si logran llegar, será cuando el poder de las estrellas marque la diferencia. Suárez tendrá que empezar a anotar. Los pases de Alba deberán ser milimétricos. Las entradas de Busquets, precisas. Los giros, regates y definiciones de Messi tendrán que estar en su punto más alto.

    La banda todavía tiene una última gira por dar. Todo debe estar afinado a la perfección.

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