Tres entrenadores, fracaso en Champions y miedo al descenso: el regreso soñado de Sergio Ramos al Sevilla está siendo una pesadilla

Los Nervionenses no están ajenos al peligro de descenso, ya que el club se encontró en una situación igualmente complicada la temporada pasada. Pocos vieron venir esto. Durante la campaña 2021-22, les fue bien y emergieron como verdaderos aspirantes al título, antes de que una caída al final de la temporada los condenara a terminar en el cuarto lugar.

El curso 2022-23 fue diferente. En la campaña anterior, la junta había fichado a varios jugadores con altos ingresos que aumentaron la masa salarial, apuntando a un título de liga. Anthony Martial, Erik Lamela y Thomas Delaney se encontraban entre ellos, pero este aumento salarial pronto comenzó a causar problemas después de que el Sevilla fuera eliminado en la fase de grupos de la Liga de Campeones a pesar de estar en un grupo con el Red Bull Salzburgo, Wolfsburgo y Lille.

Esto empeoró cuando el West Ham los echó de la Europa League en octavos de final. Con escasez de dinero el verano siguiente, el Sevilla vendió a sus centrales estrella, Jules Kounde y Diego Carlos a Barcelona y Aston Villa, respectivamente.

Julen Lopetegui, que estuvo a punto de ser despedido antes de que Monchi interviniera para salvar su pellejo, luchó con esta agitación, y su equipo ganó solo uno de sus primeros siete partidos de La Liga. Pagaría esta carrera con su puesto en octubre, con Jorge Sampaoli entrando en su lugar. El cambio de entrenador no cambió las cosas y, nuevamente, la Liga de Campeones fue una tortura.

Fuera del campo las cosas no fueron mucho mejor. Isco rescindió su contrato con amargura en diciembre, y Sampaoli afirmó que "no cumplió con las expectativas del club". En ese punto, con las preocupaciones creciendo exponencialmente dentro y fuera de la cancha, parecía que el Sevilla se deslizaba hacia Segunda.

Y, sin embargo, el Sevilla terminaría esa misma temporada brindando por una cómoda supervivencia en la liga y por otro trofeo europeo. La clave del notable cambio fue la partida de Sampaoli. Su período estuvo marcado por decisiones cuestionables y un bajo rendimiento del equipo, por lo que no fue una sorpresa cuando el club finalmente lo dejó ir luego de una derrota ante el Getafe en marzo.

Su sustituto, José Luis Mendilibar, orquestó un cambio casi instantáneo, con el Sevilla ganando cuatro de sus primeros cinco partidos al mando. Junto a este notable estado de forma de La Liga hubo otra impresionante racha en la Europa League. De camino a la final, el Sevilla sorprendió tanto al Manchester United como a la Juventus, preparando un choque delicioso con la Roma de José Mourinho en Budapest.

En una final espantosamente imposible de ver, el equipo español acabaría triunfando en los penaltis. Era una situación apenas creíble, y después de todas sus luchas a principios de temporada, el Sevilla había reservado su lugar en la fase de grupos de la Liga de Campeones de la próxima temporada.

Este séptimo triunfo en la Europa League, que amplía el récord, debería haber brindado al Sevilla una improbable oportunidad de reiniciarse. Pero no pasó mucho tiempo para que aparecieran más problemas.

De hecho, menos de un mes después de aquella famosa noche en Hungría, se informó que todo el equipo del primer equipo estaba a la venta, ya que el club buscaba hacer frente a deudas de hasta 90 millones de euros.

Estos aparentes problemas económicos no impidieron que el nuevo director deportivo, Víctor Orta, abriera la billetera en verano. En total, llegaron ocho nuevos fichajes, entre ellos Loic Balde, Djibril Sow y Dodi Lukebakio.

Sin embargo, de lejos la llegada estrella fue la de Sergio Ramos. Después de coquetear con equipos de la Pro League saudita durante todo el verano, el defensa optó por un regreso sentimental al club de su infancia, donde ganaría considerablemente menos de las riquezas que le ofrecieron en Medio Oriente.

Mientras se confirmaba el fichaje, los Biris, el grupo ultra más ferviente del Sevilla, lanzaban un encendido comunicado sobre el regreso de Ramos: "Queremos expresar nuestro rechazo a quienes propusieron este traspaso. No nos mueve el odio ni el rencor, sino el amor y orgullo por nuestro club, su historia y su afición".

"Creemos que la mera propuesta de este fichaje ya era una falta de respeto a los valores que nos han hecho grandes, a los símbolos y leyendas que han defendido nuestro escudo, y a los miles de sevillistas que han sufrido el desprecio de este jugador en el pasado", añadían.

Ramos y los Biris tienen una historia amarga. En enero de 2017, Sergio marcó de penalti a lo Panenka para el Real Madrid frente a ellos. Los ultras lo habían incitado con cánticos de 'Sergio Ramos, hijo de puta' durante todo el partido, y cuando el penalti golpeó el fondo de la red, el defensa les miró fijamente, mientras se esmeraba por indicar que su problema no era con el resto de aficionados del Sevilla.

Ramos no permitió que el incidente arruinara su regreso soñado a Andalucía, explicando sus razones para regresar en una emotiva primera conferencia de prensa. "Siempre me he movido por las emociones y las sensaciones. Cuando me dieron la oportunidad de elegir un proyecto es porque creo mucho en él. Es la primera vez que aparezco desde que salí de París, donde tuve la oportunidad de continuar pero pensé que el ciclo había terminado", reveló.

"No era una cuestión de dinero ni de contrato, sino una cuestión de filosofía, de mentalidad, de sentimiento. En el Sevilla nos unimos en estos valores. Tuve la oportunidad de volver a casa, hacerlo como líder con la esperanza de levantar un título. Me levanto todos los días con este objetivo, creo que podemos lograrlo. Sabemos que es muy difícil, pero lo primero que debemos hacer es creer en ello".

Ramos habría esperado un regreso de ensueño, pero las cosas no fueron así. Cuando llegó, su equipo estaba arraigado al final de la tabla, habiendo perdido cada uno de sus tres primeros partidos.

Pareció tener un impacto instantáneo, fortaleciendo la defensa en una victoria por 1-0 sobre Las Palmas antes de perderse el empate de la semana siguiente con Osasuna y la victoria contra el Almería. Y todo ha sido bastante peor desde entonces, con el Sevilla saboreando la victoria sólo una vez en los 15 juegos que siguieron a esos tres puntos.

A nivel personal, Ramos también ha tenido muchos puntos bajos en el camino. En un choque contra el viejo enemigo del defensor, el Barcelona, en septiembre, su gol en propia puerta condenó al Sevilla a una derrota por 1-0, mientras que también vio la roja en una derrota contra la Real Sociedad.

Ramos también ha trabajado con tres entrenadores desde su regreso: primero Mendilibar, artífice de la milagrosa Europa League, fue destituido tras empatar 2-2 ante el Rayo Vallecano; luego, su reemplazo, Diego Alonso, duró solo 67 días, ya que una terrible racha de solo dos victorias en 13 partidos en todas las competiciones lo llevó a su despido en diciembre; y ahora tiene a Quique Sánchez Flores.

Un factor clave en el despido de Alonso fue su incapacidad para cambiar las cosas en Europa. Después de hacer un regreso inesperado a la fase de grupos de la Liga de Campeones esta temporada, el Sevilla desperdició la oportunidad de generar algunos ingresos adicionales muy necesarios.

Ubicados en un grupo junto al Arsenal, PSV Eindhoven y Lens, habrían tenido esperanzas reales de avanzar, pero dos empates en sus dos primeros partidos contra estos últimos les dejaron con una montaña difícil de escalar. Y, como era de esperar, resultó imposible.

Bajo el liderazgo de Alonso, fueron derrotados en casa por el Arsenal y luego en el Emirates en noviembre, concentrándose mucho más en dar patadas a Bukayo Saka y compañía que en intentar marcar un gol, lo que se refleja en el hecho de que solo lograron un tiro a puerta en toda la noche.

Ramos al menos cayó con buen pie, y el defensa anotó ante PSV y Lens, pero la clasificación resultó inalcanzable. El Sevilla había logrado sumar sólo dos puntos, incluso después de estar colocado en un grupo con un equipo de la Ligue 1 en la mitad de la tabla y un equipo holandés.

Hay al menos un aspecto positivo de la salida del Sevilla de la Liga de Campeones: pueden concentrarse en su batalla para evitar el descenso. El último entrenador al que se le entregó la patata caliente es a Quique Sánchez Flores; cuánto tiempo durará en el banquillo es otra cuestión completamente distinta. Las cosas empezaron bien, con el Sevilla ganando su primer partido contra el Granada, pero el malestar volvió después con una racha de tres partidos sin ganar.

Después de esos resultados, se mostró bastante preocupado y dijo: "En el fútbol, las cosas no suceden por casualidad. Todo se evalúa y analiza cuidadosamente. Sabemos por qué suceden las cosas. Estamos en reconstrucción defensiva. La falta de estructura en nuestro ataque se refleja en nuestra defensa. Cambiarlo todo por completo es muy difícil".

Puede que Sánchez Flores haya tenido dudas, pero la victoria sobre un fuerte Getafe en los octavos de final de la Copa del Rey proporcionó cierto alivio a una temporada verdaderamente miserable, al igual que la reciente llegada del cedido del Manchester United Hannibal Mejbri.

Fue un gran partido para Ramos en particular, ya que la cuenta de "X" del club hizo referencia a que Sergio le había 'robado' todo a Mason Greenwood.

Se necesita más de lo mismo para evitar que el regreso de este libro de cuentos se transforme en una pesadilla, aunque con un próximo viaje a Girona, es posible que empeore antes de mejore...