Federico Valverde es difícil de definir, y ese es el atractivo. El mediocampista uruguayo ha jugado por toda la cancha del Real Madrid en sus cinco temporadas completas en el club, tapando huecos donde era necesario y acomodándose en posiciones que a menudo parecen fuera de su zona de confort. Pero cada vez que Zinedine Zidane primero y Carlo Ancelotti después le pidieron que hiciera un trabajo, Valverde lo ha aprobado con nota.
Aún así, a pesar de su adaptabilidad, seguía existiendo la sensación de que este talento versátil tenía más para dar; sólo necesitaba encontrar un lugar en el campo para quedarse a largo plazo. Y esta temporada, Ancelotti podría haberlo desbloqueado, con Valverde ahora prosperando en un papel profundo dentro del modificado 4-4-2 del Madrid.
Aunque sus goles, asistencias y creación de oportunidades han disminuido, Valverde se ha convertido en el mediocampista que siempre debió ser: el héroe anónimo en el medio del campo que será crucial si Los Blancos quieren ganar su 15ª Copa de Europa el sábado, en la final de la Liga de Campeones en el estadio de Wembley.