Olvídate del 'Jogo Bonito' - ¡La Brasil que llega a España es un desastre!

Tite siempre prometió que dimitiría después del Mundial de 2022, pero pocos pensaron que cumpliría su palabra. Tenía aún menos sentido que lo hiciera después de una campaña tan decepcionante en Qatar. La Selecao, entre las favoritas para ganarlo todo, podría tener pocas quejas sobre su eliminación en cuartos de final ante una envejecida selección de Croacia.

Se fue de todos modos, sin que la Federación Brasileña tuviera un sustituto en mente. Así comenzó un ciclo de caos gerencial. Ramón Menezes entró de forma interina, pero el palo ante Senegal le dejó rápidamente relevado de sus funciones. Se suponía que Ancelotti sería el siguiente: Rodrigues estaba ansioso por incorporarlo de inmediato.

En cambio, se volvió hacia Diniz, lo que pareció un nombramiento extraño. Aunque había ganado la Copa Libertadores con el Fluminense, nunca había permanecido en un club durante más de dos años. No parecía haber mucho de malo en elegir un técnico ganador, pero si el objetivo era la estabilidad, entonces Diniz no parecía la persona adecuada para el trabajo.

Y así resultó. Diniz ganó sólo dos de sus primeros cinco partidos al mando y la Selecao estaba pasando apuros en ambos extremos del campo. A pesar de tener a su disposición algunos de los mejores talentos ofensivos del mundo, solo marcaron ocho veces en esos cinco partidos.

Las cosas no estuvieron mucho mejor en defensa. Aunque Marquinhos y Gabriel formaban un dúo formidable en el centro, la Selecao era demasiado fragil por las bandas: la inclinación de Vinicius Jr y Raphinha por correr por ambas bandas los hacía explotables en las posiciones de lateral.

Diniz hizo poco para abordar el aparente problema y sus oponentes pronto sacaron provecho. Concedieron el mismo gol dos veces ante Colombia, con movimientos arrolladores por la izquierda de Brasil seguidos de balones provocados al segundo palo que dieron origen al doblete de Luis Díaz en un partido de clasificación para la Copa del Mundo.

Uruguay hizo las cosas de la misma manera, dos recortes desde el lateral izquierdo sellaron su victoria. El empate tardío de Venezuela tal vez fue menos evitable, pero el balón original vino de la misma área.

Y luego llegó Argentina. Los partidos en los que hay que ganar realmente no existen para la Selecao fuera de los torneos internacionales. Después de todo, este es un equipo que está acostumbrado a jugar en las últimas rondas de las competiciones más importantes: espera ganar todo el tiempo.

Este partido, sin embargo, contra sus rivales más acérrimos, se sintió sísmico. Brasil había perdido tres partidos seguidos antes del partido y estaba intentando evitar lo que sería su primera derrota en casa en las eliminatorias para la Copa del Mundo.

Las cosas estaban feas desde antes del pitido inicial. Los aficionados brasileños se enfrentaron con los argentinos, mientras que la policía local hizo poco para moderar la violencia. Se habló dispersamente de que el partido podría suspenderse y Lionel Messi condujo a la Albiceste al vestuario en señal de protesta. Aún así, el partido continuó y fue una vergüenza para Diniz.

Fue feo, con ambos equipos arrastrados a una tibia batalla en el centro del campo antes de que un cabezazo de Nicolas Otamendi en el minuto 63 sellara la victoria por 1-0. Diniz simplemente no pudo conservar su trabajo.

El resultado es una Brasil que enfrenta la posibilidad de no clasificarse para el Mundial de 2026. La FIFA amplió el torneo antes de la versión de 2026, permitiendo que 48 equipos jueguen en América del Norte. Ahora se clasificarán seis equipos de 10 que hay en Sudamérica.

Estadísticamente es más difícil perderse el torneo que disputarlo. Dicho esto, si la clasificación se concretara hoy, la Selecao se vería obligada a disputar un playoff como sexto clasificado de la tabla de Conmebol. Sólo han sumado siete puntos en seis partidos, ganando dos de ellos y perdiendo tres.

Es probable que cambien las cosas; Brasil es, en teoría, demasiado grande para perderse el Mundial, pero este tipo de presión extrema, en este momento del calendario futbolístico, no es normal para un equipo de su pedigrí.

Entonces, ¿quién sigue? La Seleção ha nombrado a su tercer entrenador interino en los últimos 15 meses, menos de medio año después de que pensaran que habían asegurado a uno de los mejores del mundo.

Dorival Junior proviene de circunstancias igualmente decepcionantes. Llega sin haber ganado nunca un título de liga de primera categoría, siendo la Copa Libertadores 2022 el único título importante en su nombre. Por supuesto, hay una advertencia. El entrenador interino ciertamente tenía que ser brasileño, y hay una escasez de entrenadores de alto nivel que salen del país estos días.

De hecho, éste no es un nombramiento que inspire confianza. Dorival, por su parte, no ha expresado más que entusiasmo ante la perspectiva de cambiar las cosas. "Podemos utilizar la ayuda de la gente para empezar a encontrar soluciones. Quiero que la gente haga sugerencias sobre cómo podemos intentar resolver los problemas para que una vez más podamos crear un equipo que dé confianza a los aficionados pero, sobre todo, que que los aficionados puedan verse a sí mismos en este equipo", dijo a The Guardian.

Todo esto se complica por la plaga de lesiones que la Selecao se ve obligada a afrontar. La rotura del ligamento anterior cruzado de Neymar hizo que Brasil cayera en picada contra Uruguay, y hay dudas completamente razonables sobre si alguna vez podrá volver a ponerse la famosa camiseta amarilla.

Pero no es sólo su presencia talismán la que falta. El nuevo entrenador tuvo que descartar a 13 jugadores de su lista original de 50 hombres para esta ventana. Alisson Becker y Ederson, dos porteros de primer nivel, causan baja. Gabriel, Marquinhos y Eder Militao están en el dique seco también. Lo mismo ocurre con Casemiro y Gabriel Martinelli.

Si se junta todo, a la Selecao le falta la mitad de un once inicial completo, con un entrenador que nunca ha entrenado a nivel nacional. Hay muy poco que entusiasme.

Todo esto parece encajar bastante bien con Gareth Southgate. Inglaterra no está en su mejor momento, pero es un equipo que necesita ajustes, no reformas, antes de la Eurocopa 2024. Hay temores sobre el estado de los tobillos de Harry Kane, dudas sobre la calidad de Jordan Henderson en el mediocampo y un acalorado debate sobre la fiabilidad general de Harry Maguire en la zaga.

Aun así, si nos alejamos, veremos que se trata de un grupo talentoso, sin duda el mejor de los Tres Leones en años. Esta pausa internacional también es principalmente un momento para hacer ajustes. Se supone que estos amistosos no son para reformas o reconstrucciones.

Brasil, en un mundo ideal, debería usar las próximas dos semanas para finalizar su plantilla para la Copa América. Necesitan elegir un delantero confiable o descubrir qué lateral puede apoyar mejor a Vinicius Jr. En cambio, se enfrentan a preguntas en todo el campo, dirigidas por un entrenador que no necesariamente sabe cómo responderlas.

Inglaterra y España, los próximos dos rivales de Brasil, se relamen.