En los últimos meses, Mauricio Pochettino ha hablado varias veces sobre la cultura futbolística estadounidense. No es Argentina, ha señalado, y en un mundo ideal sería algo parecido al fútbol universitario: pasión, unidad y espectáculo. Tras experimentar de cerca ese ambiente, Pochettino quedó fascinado. Imaginen esa atmósfera en los partidos de el USMNT.
Sin embargo, afortunadamente para él, esa perfección no existe. Aunque la cultura argentina o el fútbol universitario tienen sus ventajas, también tienen desventajas, especialmente la presión constante sobre los jugadores: cada partido, cada resultado, importa. Pochettino ya había dicho en su primera rueda de prensa como técnico de el USMNT que creía en esa filosofía.
Pero la realidad de 2025 ha sido distinta. Este año, Pochettino ha priorizado el proceso sobre los resultados, y con la Copa del Mundo en el horizonte, cada vez es más difícil para los seguidores confiar en su estrategia, sobre todo sin garantías sobre el desenlace final. Entre la presión y el ruido, la experimentación ha sido constante, y a corto plazo, los resultados no acompañan.
El motivo es claro: Pochettino busca competencia interna a toda costa, hasta el punto de sacudir el núcleo de el USMNT. El problema es que ese núcleo es más fuerte y más insustituible que nunca. Las derrotas se acumulan: desde que reemplazó al despedido Gregg Berhalter, solo ha logrado nueve victorias en 17 partidos, dejando en evidencia que el plan no está funcionando.
Los aficionados estadounidenses son pacientes, y Pochettino lo ha mencionado. Pero el tiempo de la paciencia se agota. Pronto deberá llegar el momento de los resultados. Tras la derrota por 2-0 ante Corea del Sur, el técnico reconoció que “un equipo realmente no tiene que ganar hasta que comience la Copa del Mundo”.
Puede ser cierto, pero en un entorno de alta presión como el que él admira, perder tanto no sería tolerado. La percepción y los resultados importan. La buena noticia es que todo se puede corregir, siempre que Pochettino y el USMNT enfrenten algunas duras verdades.




