El mayor obstáculo para que el United comience a trabajar en el estadio es el punto muerto entre el club y Freightliner, una empresa de transporte que posee la terminal de carga ferroviaria situada en el terreno destinado para el estadio y el proyecto de regeneración circundante. The Guardian informó en agosto que Freightliner 'tiene a United contra las cuerdas' después de exigir £400 millones ($536m) por un terreno que Ratcliffe valora entre £40m ($54m) y £50m ($67m). El ex presidente del Crystal Palace, Simon Jordan, dijo: "Aquellos que tienen el terreno que necesitan lo están utilizando como una tira de rescate."
Se informa que Freightliner está dispuesto a trasladarse a la cercana St Helens, pero solo al precio adecuado, y hasta que una de las partes ceda, el proyecto no puede despegar. Dado que Ratcliffe ha implementado recortes generales en el United para lograr ahorros incrementales, es difícil imaginarlo cediendo a las demandas de Freightliner y pagando 10 veces su propia valoración por el terreno.
Sin embargo, Ratcliffe tiene un aliado importante en el alcalde de Mánchester, Andy Burnham, quien ha revelado que una orden de compra obligatoria podría ser invocada si es necesario por la Autoridad Combinada de Greater Manchester. Si tiene éxito, la orden de compra obligatoria permitiría al United adquirir el terreno por debajo de la marca de £50m y dejaría a Freightliner sin ganancias.
Pero esto retrasaría aún más el proyecto, ya que podría llevar muchos meses, si no años, llegar a buen término. El escenario más probable es que las dos partes se encuentren en un punto medio y lleguen a un acuerdo, lo que significaría que podrían intercambiar contratos de inmediato y poner la pelota en marcha. Y el United está interesado en mantener a los interesados locales, como Freightliner, de su lado, ya que creen en los beneficios generales del proyecto para el área local.