Inter Miami había anotado. Y Luis Suárez no parecía muy contento.
El momento llegó a los 10 minutos del decisivo partido 3 de la primera ronda de playoffs contra Nashville SC. La jugada fluyó de principio a fin gracias a Lionel Messi, con algunos pases rápidos y precisos en el medio. Terminó con Messi cabeceando un balón perfecto del joven Mateo Silvetti. Messi celebró. Todo el equipo celebró.
Pero la cámara enfocó a Suárez, sentado en las gradas con una bebida en la mano, visiblemente molesto. Estaba en el banquillo mientras Miami alcanzaba su mejor momento en el partido.
Las Garzas ganaron 4-0 ese día y continuaron con tres victorias consecutivas para conquistar la primera MLS Cup en la historia del club. Suárez apenas jugó 21 minutos durante esa racha, relegado al banco mientras su equipo dominaba el resto de la liga.
En ese contexto, resulta curioso que Suárez haya firmado un nuevo contrato con el club. El veterano delantero cumplirá 39 años en enero, no percibió un salario elevado durante los primeros dos años de su contrato y es poco probable que reciba un sueldo generoso hasta la temporada 2026. Suárez llegó a Florida principalmente para jugar junto a amigos cercanos —dos de los cuales, Jordi Alba y Sergio Busquets, ya se han marchado—, y el ataque de Miami funcionaba con mayor fluidez cuando él estaba en el banquillo.
Por ello, su extensión de contrato por un año, anunciada oficialmente el miércoles por la tarde, solo tiene sentido si tanto Suárez como el club aceptan que ya no es un titular indiscutible.





