Cuando Musiala cayó al suelo, su pie parecía estar torcido de forma antinatural en el tobillo, una visión que dejó aterrados a los jugadores. El personal médico se apresuró a acudir al lugar mientras los jugadores del Bayern se quedaban congelados de incredulidad.
Quizás nadie estaba más afectado emocionalmente que el propio Donnarumma. El portero de 26 años parecía devastado por la naturaleza accidental de la colisión. Las cámaras lo captaron de rodillas con lágrimas corriendo por su rostro, con los guantes cubriendo su expresión mientras el personal del equipo intentaba consolarlo en la línea de banda.