Ganadores y perdedores del Mundial de Clubes 2025: Kylian Mbappé, Cole Palmer y el nuevo proyecto del Manchester City de Pep Guardiola

Kylian Mbappé se perdió toda la fase de grupos debido a un fuerte episodio de gastroenteritis, pero eso quedó en segundo plano frente al golpe emocional que significó su reencuentro con el Paris Saint-Germain.

El delantero francés disputó todos los minutos de la humillante derrota por 4-0 del Real Madrid ante su exequipo en semifinales, sin lograr influir en lo más mínimo en un partido sorprendentemente desequilibrado.

Lo ocurrido en Nueva Jersey dejó aún más en evidencia cuánto ha evolucionado el PSG desde la salida de Mbappé del Parque de los Príncipes… y cuánto ha retrocedido el Real Madrid desde su llegada al Santiago Bernabéu.

Claro está, la etapa de Xabi Alonso como técnico recién comienza, y es de esperarse que el equipo mejore bajo su dirección. Sin embargo, este encuentro dejó en claro la magnitud del trabajo de reconstrucción que tiene por delante.

Hoy por hoy, el Madrid está muy lejos del nivel del PSG, lo que hace que el traspaso de Mbappé a la capital española parezca, en retrospectiva, una de las decisiones peor sincronizadas en la historia reciente del fútbol.

Seamos sinceros: la participación del Inter Miami en el Mundial de Clubes fue, en esencia, un fiasco. Su invitación tuvo más que ver con el impacto mediático de Lionel Messi que con méritos deportivos, una jugada oportunista para capitalizar su presencia y aumentar la venta de boletos.

Dicho eso, aunque el equipo claramente no se ganó su lugar en el escenario global, supo aprovecharlo al máximo. Los Herons fueron superados por el PSG —algo comprensible dadas las circunstancias—, pero lograron que la MLS se sintiera orgullosa simplemente por haber alcanzado los octavos de final.

Y más allá de la paliza sufrida en Orlando, los dirigidos por Javier Mascherano parecen haber salido fortalecidos. Desde su regreso a la MLS, acumulan tres victorias consecutivas, con un Messi revitalizado que ha marcado seis goles en ese tramo.

Por todo esto, el Mundial de Clubes podría representar un punto de inflexión en la temporada de Inter Miami. Y no solo por el impulso competitivo, sino también como una oportunidad clave para convencer a su superestrella argentina de extender su vínculo con la franquicia.

Chelsea sorprendió al PSG en todos los sentidos.

Se esperaba que los parisinos repitieran el dominio que mostraron ante Atlético de Madrid, Inter Miami, Bayern Múnich y Real Madrid. Pero sus aspiraciones de lograr un histórico cuádruple se esfumaron prácticamente al descanso de la final del Mundial de Clubes.

Los Blues sometieron al PSG con una presión asfixiante y transiciones letales, exactamente las armas con las que el equipo de Luis Enrique había desarmado a todos sus rivales en los últimos seis meses. En la segunda mitad, el dominio del Chelsea fue tal que incluso se escucharon ¡Olé! por cada pase, mientras un PSG cada vez más frustrado y sin respuestas intentaba recuperar la posesión.

Pero lo más inesperado fue el colapso emocional de los franceses. Joao Neves fue expulsado por tirar del pelo a Marc Cucurella, y Luis Enrique protagonizó una lamentable pelea postpartido que terminó con João Pedro en el suelo.

La escena fue poco digna y dejó una imagen lamentable del entrenador del PSG y sus jugadores, quienes claramente no están acostumbrados a ser superados… y en Nueva Jersey, eso fue evidente.

Aunque Luis Enrique trató de suavizar la derrota asegurando que no hay deshonra en ser subcampeón, el PSG se avergonzó a sí mismo al comportarse como malos perdedores.

Cole Palmer atravesó una preocupante baja de rendimiento durante la segunda mitad de la temporada pasada. Más allá de su brillante actuación en la goleada ante el Real Betis por la Europa Conference League, el mediapunta ofensivo tuvo poca influencia en varios partidos, incluida gran parte del Mundial de Clubes con Chelsea.

Sin embargo, en Estados Unidos volvió a demostrar que está hecho para las grandes citas. Con un doblete de gran calidad y una elegante asistencia en la final ante el PSG, Palmer recordó al mundo su talento natural y despreocupado, elevando su cuenta a seis participaciones de gol en sus últimas tres finales con club y selección.

"Ha vuelto a pasar. Me gustan las finales", dijo el internacional inglés, fiel a su estilo directo y sin complicaciones. Y es cierto: nada parece alterarlo. Ni siquiera el calor abrasador de East Rutherford impidió que hiciera honor a su apodo Cold Palmer, con un par de definiciones tan frías como letales.

El mayor elogio que puede recibir es que fue el mejor futbolista sobre un campo repleto de candidatos al Balón de Oro. Si mantiene este nivel en los grandes escenarios con Chelsea e Inglaterra, Palmer tiene todo para meterse de lleno en la carrera por el premio en 2026.

Pep Guardiola fue claro desde el principio: ganar el Mundial de Clubes no bastaría para maquillar la decepcionante temporada 2024-25 del Manchester City. Aun así, un buen desempeño en el torneo podía haber inyectado algo de optimismo de cara a la nueva campaña.

Pero la realidad fue muy distinta. El City sufrió una vergonzosa eliminación en octavos de final a manos del Al-Hilal, lo que ha generado dudas en torno al nuevo proyecto de Guardiola. Las preguntas no tardaron en surgir para un equipo que, pese a haber invertido más de 370 millones de euros desde enero, está lejos de mostrar el nivel de un candidato al título.

Uno de los fichajes más destacados, Nico González —incorporado por 62 millones de euros en el mercado invernal— ya suena como posible baja antes incluso de arrancar la temporada, lo que evidencia una preocupante falta de coherencia en la política de refuerzos del club.

Es cierto que los nuevos jugadores necesitan tiempo para adaptarse, y Guardiola sigue siendo uno de los mejores estrategas del mundo. También es verdad que el City obtuvo ingresos importantes por llegar a la fase eliminatoria del torneo en Estados Unidos.

Sin embargo, la lesión de Rodri durante el Mundial —sumada al desgaste acumulado— podría tener consecuencias más adelante, como el propio Guardiola ha admitido. El verdadero costo de haber acortado su descanso tras la temporada anterior podría notarse hacia Navidad.

Desde el punto de vista deportivo, el City sacó poco o nada del Mundial de Clubes. Pero en términos de desgaste físico, dudas internas y gestión de plantilla, su participación podría salirle muy cara.

Justo cuando los aficionados del Inter pensaban que las cosas no podían empeorar, llegó el Mundial de Clubes para profundizar aún más el clima de pesimismo que se vive en San Siro.

El 31 de mayo ya había sido una fecha dolorosa, con los nerazzurri sufriendo una humillante goleada por 5-0 ante el PSG en la final de la Liga de Campeones. Sin embargo, el 30 de junio tampoco trajo consuelo.

Todavía digiriendo aquella histórica derrota en Múnich y la posterior salida del técnico Simone Inzaghi, el Inter cayó estrepitosamente por 2-0 ante Fluminense en los octavos de final del Mundial de Clubes.

Como si no fuera suficiente, las declaraciones postpartido de Lautaro Martínez y Beppe Marotta, criticando al ausente Hakan Çalhanoğlu, desataron tensiones internas y provocaron una fractura en el vestuario que ha dejado al club en una posición sumamente delicada.

Se sabía que la final de Champions representaría el cierre de un ciclo en el Inter, pero pocos imaginaron que la descomposición de un equipo tan talentoso sería tan amarga y turbulenta.

Durante la fase de grupos del Mundial de Clubes, el extremo del Flamengo, Luiz Araújo, lo dijo con orgullo: “Tenemos grandes equipos en Brasil que pueden enfrentarse a cualquier rival del mundo”. Y no pudo haber estado más acertado. Brasil contó con cuatro representantes en el torneo, y los cuatro avanzaron a la fase eliminatoria.

Flamengo y Botafogo protagonizaron las mayores sorpresas de la primera ronda, al vencer a Chelsea y PSG, respectivamente, aunque ambos se despidieron en los octavos de final.

Palmeiras alcanzó los cuartos, mientras que Fluminense llegó hasta las semifinales, donde solo pudo ser frenado por un Chelsea armado con una plantilla millonaria tras dos años de gastos desmedidos.

“El poder financiero de los europeos es inalcanzable”, admitió el técnico de Flu, Renato Gaúcho. “Pueden fichar a grandes jugadores y formar equipos extremadamente competitivos”.

Aun así, el torneo dejó claro el potencial del fútbol brasileño. Ningún otro país tuvo más clubes o jugadores en los octavos de final.

“El fútbol se gana en el campo”, subrayó Gaúcho. “Y el pueblo brasileño debería sentirse muy orgulloso de lo que sus equipos han demostrado dentro de él”.

En marcado contraste con sus pares brasileños, los equipos argentinos vivieron campañas decepcionantes en la Copa Mundial de Clubes.

Aunque solo contaron con dos representantes, Boca Juniors y River Plate, ambos sufrieron eliminaciones prematuras y vergonzosas. Entre los dos, solo lograron una victoria: River venció 3-1 a Urawa Red Diamonds, mientras que Boca ni siquiera pudo superar a Auckland City, equipo que había sido goleado 10-0 por el Bayern Múnich.

La verdadera brecha no está solo frente a los grandes europeos, sino ante los mejores equipos brasileños. De hecho, el Mundial de Clubes confirmó lo que la Copa Libertadores viene mostrando desde hace tiempo: una preocupante caída en la calidad de los principales clubes argentinos.

Recordemos que Boca y River protagonizaron una final muy publicitada en 2018, y ambos han quedado como subcampeones desde entonces, pero las últimas seis ediciones de la Libertadores han sido dominadas por equipos brasileños, con cuatro finales completamente brasileñas.

La pérdida temprana de sus jóvenes promesas tampoco ayuda —como el caso de Franco Mastantuono, producto de River que se fue al Real Madrid con apenas 17 años— aunque este fenómeno también afecta a sus rivales brasileños.

Lo que realmente preocupa es que ni siquiera clubes tan emblemáticos y populares como Boca cuentan con los recursos para competir con los equipos de la Serie A brasileña en la captura del mejor talento sudamericano. El resultado fue que, si bien los representantes argentinos tuvieron a los aficionados más apasionados del torneo, obtuvieron los peores resultados.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, celebró el inicio de una "NUEVA ERA DEL FÚTBOL" tras la sorprendente victoria de Al-Hilal sobre el Manchester City en los octavos de final, aunque la declaración pudo resultar algo exagerada. Después de todo, el poder económico del petróleo ha estado impulsando resultados antes inimaginables para clubes y selecciones desde hace ya un tiempo.

No obstante, el emocionante triunfo de Al-Hilal por 4-3 en Orlando fue sin duda la mayor sorpresa del torneo y un impulso mucho más significativo para la credibilidad de la Liga Profesional Saudita que cualquier hazaña de Cristiano Ronaldo en los últimos dos años.

Jugadores como Sergej Milinkovic expresaron que el inesperado avance de Al-Hilal a los cuartos de final justificaba en gran medida las decisiones de muchos futbolistas de renombre que optaron por trasladarse a Medio Oriente en la plenitud de sus carreras. "A ver si ahora nos critican", comentó el excentrocampista del Lazio.

Claro está, aún se pueden presentar numerosas objeciones respecto a estos fichajes, y la Liga Profesional Saudita ha invertido una suma colosal para alcanzar este nivel.

Sin embargo, para los arquitectos detrás del ambicioso plan de dominar el fútbol mundial, el logro histórico de Al-Hilal solo habrá servido para reforzar su confianza, pues ese tipo de resultados no tienen precio en términos de relaciones públicas.

Crédito para Nicolas Jackson, quien fue rápido en disculparse por su absurda tarjeta roja contra Flamengo, recibida apenas cuatro minutos después de entrar como suplente. Reconoció que había decepcionado a todos los que confiaron en él tras esa expulsión que puso fin de manera prematura a su campaña en la Premier League.

"Estoy muy enfadado conmigo mismo", escribió en redes sociales. "Sin excusas. Asumo toda la responsabilidad. Reflexionaré, aprenderé y volveré más fuerte por el escudo y por todos los que creen en mí."

Lamentablemente para Jackson, ya no queda nadie en el club que siga confiando en él. Se ha convertido en una carga, y una que Maresca ya no está dispuesto a tolerar, especialmente tras la llegada de dos delanteros centro este verano: Liam Delap y João Pedro, quienes impresionaron durante la gira por Estados Unidos. El último fue espectacular, anotando tres goles en tres partidos, después de unirse a Chelsea procedente de Brighton justo a tiempo para los cuartos de final.

En consecuencia, los días de Jackson como delantero centro titular del Chelsea han llegado a su fin, y la imagen que perdurará de su paso por el club será aquella absurda expulsión en Filadelfia, que resumió su costosa falta de control emocional.

El consenso general es que el Bayern de Múnich ganó algo menos de 50 millones de euros por su participación en el Mundial de Clubes, pero el riesgo terminó siendo mayor que la recompensa. Especialmente tras la terrible lesión de Jamal Musiala en Estados Unidos, que probablemente lo mantendrá fuera hasta bien entrado 2026.

La jugada que le fracturó la pierna y dislocó el tobillo a Musiala sigue generando polémica, con el portero del Bayern, Manuel Neuer, acusando al guardameta del PSG, Gianluigi Donnarumma, de actuar con imprudencia.

Sin embargo, Musiala insiste en que "no hay nadie a quien culpar". "Creo que situaciones así pueden pasar y ahora solo voy a aprovechar este tiempo para recuperar fuerza y mantener una actitud positiva", dijo el mediocampista ofensivo en Instagram.

Con esa admirable mentalidad, Musiala debería recuperarse pronto. Pero su regreso no puede llegar lo suficientemente rápido para el Bayern.

Musiala es, posiblemente, su mejor jugador, y por eso Vincent Kompany apenas pudo contener su frustración al hablar sobre la lesión tras el partido contra el PSG.

El entrenador sabe que encontrar un reemplazo a la altura será increíblemente difícil — y el Bayern ya enfrenta suficientes problemas intentando fichar a un extremo izquierdo como para sumar esta dificultad.

Chelsea es “campeón del mundo”, pero ¿son realmente el mejor equipo del planeta? Absolutamente no. Los Blues terminaron la temporada pasada en cuarto lugar en la Premier League y jugaban en la Conference League, mientras la élite europea competía en la Champions League.

Sin embargo, lo que sí podemos afirmar es que la sorprendente inversión de 1.500 millones de libras del club empieza a dar frutos. El joven plantel, construido a golpe de talonario por Enzo Maresca, avanza a pasos firmes, algo que quedó claro tras su contundente triunfo sobre un PSG que había humillado a grandes equipos en las semanas previas.

Chelsea desconcertó a los parisinos como ningún otro lo había hecho, demostrando la intensidad y calidad que los posiciona como candidatos reales al título inglés la próxima temporada. En ese sentido, la Copa Mundial de Clubes no pudo ser mejor para ellos.

Claro que la falta de una pretemporada completa podría pasar factura, pero el club ganó una suma obscena de dinero con la victoria (¡Pedro y Delap prácticamente ya están amortizados!) y, aún más importante, adquirieron una confianza invaluable.

“Se ha hablado mucha basura sobre nosotros toda la temporada, pero siento que vamos en la dirección correcta,” declaró un claramente motivado Palmer a DAZN. “El entrenador está construyendo algo especial, algo importante.”

No hay duda: en poco más de un año, pasaron de ser “un fracaso de mil millones de libras” a “campeones del mundo”.

La Copa Mundial de Clubes no careció ni de calidad ni de sorpresas — dos elementos fundamentales en cualquier torneo atractivo. Sin embargo, no se puede pasar por alto que las condiciones generaron serias dudas sobre la idoneidad de Estados Unidos como coanfitrión del Mundial internacional del próximo año.

Para empezar, varios entrenadores y jugadores manifestaron su descontento con el estado de los campos. La superestrella del Real Madrid, Jude Bellingham, afirmó que “no eran buenos en absoluto”. Luis Enrique, en particular, quedó muy impresionado negativamente por la superficie de juego del Lumen Field en Seattle, una de las sedes del Mundial 2026.

“No puedo imaginar una cancha de la NBA llena de agujeros”, se quejó el técnico del PSG tras la victoria 2-0 de su equipo sobre Seattle Sounders. “La pelota rebotaba casi como si fuera un conejo.”

El clima también fue un problema. Los descansos para refrescarse fueron imprescindibles debido a las altas temperaturas típicas de EE. UU., mientras que el entrenador del Chelsea, Enzo Maresca, aseguró que el calor era tan sofocante que resultaba “imposible” organizar entrenamientos normales. Por su parte, el mediocampista Enzo Fernández admitió haberse sentido “mareado” durante los partidos.

Aún peor, seis encuentros fueron retrasados por tormentas eléctricas, ya que en los estadios estadounidenses el juego se suspende por razones de seguridad cuando se detectan rayos en un radio de 16 kilómetros.

“Para mí, esto no es fútbol”, dijo Maresca después de que el partido de Chelsea en octavos de final frente a Benfica se suspendiera durante 113 minutos. “Entiendo que, por motivos de seguridad, se deba suspender un encuentro. Pero si se suspenden siete u ocho partidos, probablemente ese no sea el lugar adecuado para esta competición.”