El Napoli es un desastre tan grande que hace favorito al Barcelona en los octavos de la Champions League

Durante la segunda mitad del fortuito empate 1-1 del sábado contra el Génova, los aficionados del Napoli comenzaron a corear: "De Laurentiis, escucha este llamado: ¡merecemos más!". Era difícil no estar de acuerdo.

El año pasado por estas fechas, el Partenopei estaba en una posición perfecta para convertirse en la fuerza dominante del fútbol italiano. Con el destacado estratega Luciano Spalletti al frente de un apasionante equipo reunido por el increíblemente astuto director deportivo Cristiano Giuntoli, el Napoli se llevaba la Serie A y era considerado por muchos como el favorito para ganar la Liga de Campeones, sobre todo después de haber sido colocado en "el lado más fácil del sorteo de la fase eliminatoria".

Su emocionante racha europea, que incluyó impresionantes goleadas a Liverpool y Ajax, llegó sorprendentemente a su fin en los cuartos de final ante el AC Milan, pero el Napoli había hecho historia con sólo llegar a cuartos de final. La eliminación tampoco desanimó a los aficionados. Todavía tenían una fiesta que esperar, con el Napoli acercándose a su primer Scudetto desde 1990, y apenas el tercero en general.

Y después de que consiguiera el título de liga con un empate contra el Udinese el 4 de mayo, De Laurentiis subió al escenario, a kilómetros y kilómetros de distancia, en el Maradona, y les dijo a los delirantes 50.000 aficionados presentes que habían estado viendo el partido en pantalla gigante que el Scudetto era simplemente "un punto de partida". En cierto modo tenía razón: era el punto que señalaba el principio del fin.

Menos de 24 horas después del partido contra el Udinese, De Laurentiis anunció que había activado la cláusula de extensión de un año en el contrato de Spalletti. Esto fue una novedad para Spalletti, quien hizo pocos intentos por ocultar su decepción y frustración por no haber sido consultado de antemano.

En cuestión de semanas, había anunciado su intención de dimitir. El Partenopei había jugado un fútbol que, según periodistas y exprofesionales de toda Europa, habría enorgullecido a Maradona, pero Spalletti dijo que necesitaba algo de tiempo para recuperarse del estrés y la tensión de entregar un Scudetto largamente esperado a una ciudad loca por el fútbol.

El Napoli había esperado mucho tiempo por ese título, pero él también. A los 64 años, se había convertido en el entrenador italiano de mayor edad que ganaba por primera vez un título y dijo que estaba agotado. Se había hecho realidad un sueño y se había completado una obra maestra, por lo que se sintió obligado a tomarse una temporada sabática.

Sin embargo, Spalletti volvió a trabajar apenas dos meses después y fue nombrado nuevo entrenador de Italia el 18 de agosto, confirmando lo que muchos habían sospechado durante mucho tiempo: Spalletti no se había marchado porque necesitara un descanso; simplemente estaba cansado de trabajar con De Laurentiis.

En ese momento, Napoli también había perdido a Giuntoli (ante su odiado rival, la Juventus, para empeorar las cosas) y al defensor clave Kim Min-jae, quien se unió al Bayern Munich. De Laurentiis había afirmado en medio del éxtasis por el triunfo del título que "el proyecto nunca se detiene", pero los aficionados temían que ya hubiera terminado.

La esperanza era que su veterano presidente contratara a un sustituto de alto perfil adecuado para Spalletti, uno capaz de aprovechar el éxito del Scudetto. Varios nombres estaban relacionados con el banquillo, desde ganadores probados como Antonio Conte y Luis Enrique hasta jóvenes tácticos interesantes como Roberto De Zerbi y Thiago Motta.

En cambio, De Laurentiis contrató a Rudi García, el francés que había hecho un trabajo decente en la Roma ocho años antes pero que había sido visto por última vez siendo despedido por Cristiano Ronaldo en Arabia Saudita.

Resultó ser una decisión predeciblemente desastrosa. García fue despedido el 14 de noviembre, cuando el Napoli ya estaba fuera de la carrera por el título después de haber conseguido sólo 21 puntos de 36 posibles.

Sorprendentemente, a su sucesor le ha ido aún peor. Walter Mazzari logró sólo 15 puntos en sus 12 partidos al mando, y nadie se sorprendió en lo más mínimo cuando se fue. Fue otra decisión ridícula por parte de De Laurentiis, quien claramente no había aprendido nada de la apuesta de García al decidir respaldar una vez más a un entrenador cuyos mejores días claramente habían quedado atrás.

Entonces, ¿a Calzona le irá mejor? Bueno, en el lado positivo, sus dos predecesores han puesto el listón ridículamente bajo. Pero hay motivos legítimos para el optimismo, sobre todo porque conoce el Napoli a la perfección, ya que llegó al club como número 2 de Maurizio Sarri y luego trabajó bajo las órdenes de Carlo Ancelotti y Spalletti.

Calzona, por lo tanto, sabe exactamente en lo que se está metiendo, particularmente en términos de trabajar con el carismático pero controvertido De Laurentiis, el productor de cine con talento bastante apropiado para el drama.

De hecho, estamos hablando del tipo de presidente que aparece regularmente en el vestuario para animar a sus jugadores y dar consejos tácticos a sus entrenadores. En este caso, entonces, la familiaridad de Calzona con el funcionamiento interno del club es realmente un punto a favor.

Además, si bien no tiene ninguna experiencia como primer entrenador a nivel de clubes, acaba de guiar a Eslovaquia a la Eurocopa 2024. Sin embargo, el hecho de que tenga la intención de compartir el trabajo durante los próximos cuatro meses no es ideal, dado que el Napoli tiene numerosos problemas que requieren muchísima atención.

La defensa simplemente no ha sido la misma desde que Kim se fue y ha empeorado a medida que avanzaba la temporada, con el Napoli manteniendo sólo dos porterías a cero desde principios de noviembre, lo que puede atribuirse en parte a que el mediocampista Stanislav Lobotka no demostró estar tan eficaz para proteger la línea de fondo como la temporada pasada.

Tampoco ayuda que ya se haya revelado que Piotr Zielinski se unirá al Inter en una transferencia gratuita este verano.

También se sabe que Osimhen se marchará, y se teme que la fatiga física y mental obstaculice sus esperanzas de terminar la temporada con broche de oro, dado que acaba de regresar de la Copa Africana de Naciones después de la desgarradora derrota de Nigeria ante Costa de Marfil en la final.

Sin embargo, la mayor preocupación es Khvicha Kvaratskhelia, quien ha sufrido un dramático bajón en su estado de forma. El georgiano parece una pálida imitación del mago de las bandas que provocó comparaciones con Maradona la temporada pasada (¡incluso hubo bebés con su nombre!).

De Laurentiis no oculta su descontento con el extremo. "Desde marzo de 2023 el equipo ha tenido un descenso", afirmó. "La estrella entonces era Kvaratskhelia, pero no marcó de marzo a noviembre. Una caída así de una estrella puede crearte problemas".

Sin embargo, el mayor problema obviamente ha sido el presidente. De Laurentiis ha asumido la responsabilidad de que el Napoli haya pasado del Scudetto a la ruina en menos de un año. Sin embargo, añadió crípticamente que "la verdad tiene muchas caras", una aparente sugerencia de que él no es el único culpable de la salida de Spalletti o de las luchas posteriores tanto de García como de Mazzarri.

Lo que está muy claro, sin embargo, es que De Laurentiis ha desperdiciado una gloriosa oportunidad de marcar el comienzo de una era de éxito sostenido que habría rivalizado con la época dorada de Maradona.

El derbi de Diego ante el Barça obviamente ofrece una oportunidad de redención, una oportunidad de salvar la temporada, y el Napoli todavía tiene el talento para dañar a cualquier equipo de Europa.

Por supuesto, pase lo que pase, no cambiará el hecho de que De Laurentiis ha hecho un desastre con una obra maestra. El equipo de Spalletti alcanzó la inmortalidad la temporada pasada al hacer realidad el sueño aparentemente imposible de un pueblo. Pero esta temporada ha sido una pesadilla, ya que el Napoli logró algo incluso más impensable al hacer que el Barcelona parezca un modelo de estabilidad.