Cesare Prandelli dejó de ser entrenador del Valencia CF en diciembre de 2016. Se había comprometido con el Valencia en los últimos días de septiembre de ese año, pero estuvo en el club de Mestalla tres meses y dejó al equipo en décimo séptima posición en Liga, con la misma puntuación que el décimo octavo.
A sus órdenes, el Valencia jugó diez partidos oficiales, ocho de Liga y dos de Copa del Rey, con tres victorias, dos de ellas en el torneo copero, tres empates y cuatro derrotas.
Las discrepancias entre Prandelli y la propiedad del Valencia respecto a los refuerzos en ese mercado invernal fue clave en la decisión del exseleccionador nacional italiano e renunciar al cargo.
“Peter Lim me dijo de traer a cuatro jugadores y el día 29 el plan se convirtió en Simone Zaza o un centrocampista. Podía elegir uno. Pasamos de cuatro a uno. Quería a Zaza el día 27, mi sorpresa fue cuando llegué de vacaciones y Zaza no estaba”, explicaba el exseleccionador transalpino.
“Si antes estaba claro que eran con seguridad cuatro futbolistas y ahora era uno y ni siquiera estaba todavía cerrado, algo no cuadraba”, agregaba Prandelli. “Por eso decidí no seguir flotando como a veces hacen algunos entrenadores y he renunciado. Me voy con la cabeza alta y el sentido de haber intentado todo lo posible”, apuntaba.
“Me voy emocionado y triste porque cuando se acaba un sueño aparecen los sentimientos. Sabía que el reto era muy difícil y lo hemos intentado, ya que venía con la idea de contribuir a que al Valencia le fuera lo mejor posible”, decía sobre su adiós
También mandaba un claro mensaje a Suso García Pitarch, entonces director deportivo valencianista: “Suso me dijo que si yo me iba se iría conmigo”, relataba el entrenador italiano, a la vez que señalaba la silla vacía que había justo al lado suyo. Más claro, el agua.