Carlo Ancelotti, más que un gestor: el entrenador del Real Madrid puede presumir de ser el mejor de su generación

Personas como Fabio Capello y Jorge Valdano han argumentado durante mucho tiempo que, para bien o para mal, Pep Guardiola se ha convertido en la mayor influencia en el mundo de los entrenadores. El catalán claramente ganó la 'guerra' a José Mourinho, mientras que su hermoso equipo de Barcelona chocó con el pragmático Real Madrid portugués en un tóxico choque de Clásico tras otro hace más de una década.

En consecuencia, los seguidores de Guardiola están ahora en todas partes. El Arsenal claramente sintió que la única forma de competir con Guardiola era contratar a uno de sus protegidos, Mikel Arteta. Tras la impactante derrota de Jurgen Klopp, quien simplemente se quedó sin energía tratando de luchar con la implacable máquina ganadora que Guardiola construyó en el Etihad, el Liverpool recurrió a un súper fan confeso del técnico del Manchester City como es Arne Slot.

Y esta semana, el Bayern Munich le dio uno de los trabajos más importantes del mundo a Vincent Kompany, un entrenador recientemente descendido que parece tener una sola virtud: alguna vez jugó bajó las órdenes de Pep. El Chelsea, por su parte, nombrará en los próximos días a otro de los discípulos y ex asistentes de Guardiola, Enzo Maresca.

En ese sentido, Ancelotti es una especie de anomalía en la era de los filósofos del fútbol y los tácticos atormentados. No está casado con una única manera de hacer las cosas. Estuvo una vez, hace muchos, muchos años, en Parma, cuando sintió que el 4-4-2 que había aprendido con Sacchi era sagrado, pero rechazar la oportunidad de fichar a Roberto Baggio le hizo ver el error de su camino.
En consecuencia, "nunca ha cultivado una ideología, como el guardiolismo o el sarrismo", es decir, no se obsesiona y no se estresa.
"El fútbol es mi pasión, pero trato de gestionar las cosas de la manera más sencilla posible", le dijo recientemente a Valdano. "El fútbol para mí no es complejo, es simple, incluso en la estrategia. Se necesita creatividad para atacar; para defender, se necesita organización. Puedo enseñarte más sobre lo segundo, pero no se enseña creatividad".

En consecuencia, sus jugadores atacantes disfrutan de un nivel de libertad que es la antítesis de la microgestión y el automatismo que ahora prevalecen en el juego moderno. Pero a Ancelotti no le importa.

"Sería un idiota si, con un delantero como Vinicius, que tiene un scooter bajo los pies, no me centrara en el contraataque", argumentó en una entrevista al "Corriere dello Sport".

"Si tengo a (Luka) Modric y (Toni) Kroos, no puedo esperar presionar alto. Y les daré un último ejemplo: si tengo a (Cristiano) Ronaldo frente a mí, estudio a menudo cómo hacerle llegar el balón. No le pido que se canse buscando hacia atrás. Lo mismo con Ibra (Zlatan Ibrahimovic). Básicamente, hay dos tipos de jugadores: los que marcan la diferencia y los que tienen que correr".

Tal pensamiento suena arcaico en el clima actual, o cuando menos, demasiado simplista. Y aún así funciona. Ancelotti es adorado por casi todos los jugadores que han jugado con él, tal vez porque él mismo era un talento de clase mundial en su día, un miembro clave del AC Milan de Sacchi que definió una era y cambió el juego.

Pero claramente hay más que experiencias compartidas al más alto nivel. Ancelotti es reconocido por los entrenadores rivales por su humildad, humor y cálida personalidad, y es revelador que Vinicius Jr y Toni Kroos digan que simplemente les gusta hablar con el italiano (no sólo de fútbol), mientras que Cristiano Ronaldo lo comparó con un famoso gran osito de peluche.

"Es muy amable, muy sensible", le dijo el portugués a ESPN. "Me gustaría que todos los jugadores tuvieran la oportunidad de trabajar con él porque es una persona fantástica, un entrenador fantástico y lo extraño mucho porque ganamos muchos trofeos juntos".

Y esa es la cuestión, si bien la perspicacia como entrenador de Ancelotti a menudo pasa desapercibida (e incluso a veces es ridiculizada), su historial es notable.

Es el único hombre en la historia que ha ganado las cinco 'grandes' ligas de Europa (Serie A, Premier League, Ligue 1, Bundesliga y La Liga), mientras que ostenta el récord de cinco Ligas de Campeones ganadas como entrenador. El 1 de junio ganó la quinta. Cuando se trata de títulos importantes, nadie se le acerca.

"Tanto Pep como Sir Alex (Ferguson) son parte de la historia, pero veamos lo que Ancelotti ha logrado", argumentó recientemente Ruud Gullit. "Él es el rey de reyes, mejor que nadie".

Por supuesto, se puede argumentar muy válidamente que Ancelotti sólo debería ser considerado el "perfecto entrenador de grandes clubes", como dijo Clarence Seedorf, y no el mejor de todos los tiempos porque no logró algo parecido al milagro que Ferguson supervisó en Aberdeen. Tampoco ha reconstruido un club de la misma manera que el escocés, que volvió a poner al Manchester United en su pedestal.

También está el hecho de que, si bien ha eliminado repetidamente a Guardiola, no ha tenido la misma influencia sobre sus compañeros que Pep. Sin embargo, la idea de que no sea un entrenador excepcional es completamente ridícula. Ancelotti vio inmediatamente "algo de Kaká" en Jude Bellingham y lo empujó más hacia adelante. Pregúntale al inglés por qué "explotó" en el Madrid esta temporada y te dirá que todo se debe a la "libertad" que le ha brindado su entrenador.

Ancelotti también transformó a Andrea Pirlo en uno de los mejores creadores de juego que jamás haya visto el fútbol ("¡Cambió mi carrera!"), mientras que convirtió a Ronaldo en un delantero centro sin que el portugués lo supiera, modificando su formación sin balón para liberar al máximo goleador histórico del Madrid de cualquier tarea defensiva.

También es mucho más meticuloso de lo que la prensa y el público creen, lo que explica por qué repetidamente ha superado a los entrenadores más famosos con estrategias sorprendentes o sustituciones en el momento perfecto. Como dijo Kroos en "Amazon Prime Video": "Tiene un plan táctico para enfrentarse mejor a cada rival y esta es la cara de la moneda que a menudo pasa desapercibida".

Al fin y al cabo, a Ancelotti nunca le han interesado los aplausos. Parece indiferente a su impacto. No está tratando de cambiar el juego. No busca la perfección; simplemente persigue el éxito.

"Las victorias y los títulos son la unidad de medida del trabajo del entrenador", dijo al Corriere. "El beneficio influye en el tiempo y en la carrera, pero es así en todos los sectores. Está claro que jugando bien es más fácil obtener resultados, pero disfruto cuando gano". Y tiene razón. Aunque es demasiado humilde para decirlo, en realidad está en una liga propia y, en el fondo, él también lo sabe.

Al final de esa conversación con Sacchi, su ex mentor bromeó diciendo que su antiguo Milan ganaría al Madrid de Ancelotti. El alumno convertido en maestro hizo una pausa como si estuviera pensando seriamente en el hipotético enfrentamiento de pesos pesados antes de bromear: "Supongo que dependerá de si estoy jugando para el Milan o entrenando al Real...".