En Kansas City, la cuenta regresiva ya comenzó. En cada pantalla, los días se restan uno a uno. Cuando GOAL habló con Pam Kramer, directora ejecutiva del comité organizador del Mundial en esa ciudad, lo primero que mencionó fue el dato exacto: faltaban 384 días. La Copa del Mundo está en boca de todos.
En otras sedes, el ambiente es similar: listas de tareas, agendas repletas, invitaciones de calendario, videollamadas, reuniones, eventos comunitarios... así es el día a día de un comité organizador de la Copa del Mundo en Norteamérica, con la edición de 2026 cada vez más cerca. Será el torneo más grande en la historia del fútbol: 48 selecciones, 16 ciudades, tres países. La magnitud del evento se hace imposible de ignorar.
Sin embargo, al hablar con quienes están al frente de la organización, se percibe cierta calma antes de la tormenta. Las casillas del plan se van marcando, las tareas avanzan, la logística empieza a tomar forma y los primeros pasos de la planificación ya están dados. Algunos proyectos de infraestructura ya comenzaron, mientras surgen —y se intentan resolver— preguntas más complejas. Pero incluso con toda la preparación del mundo, los desafíos son enormes. Y la cantidad de factores desconocidos, en su mayoría fuera de su control, hace que organizar un evento de esta escala sea inmensamente complicado y, en ocasiones, algo caótico.
“Es como si hubiéramos pasado de sentir que estábamos bebiendo de una manguera de bomberos, a estar en un punto donde realmente podemos pensar con claridad en la planificación”, dijo a GOAL Alex Lasry, director ejecutivo del comité organizador de Nueva York/Nueva Jersey. “A medida que avancemos hacia el verano y entremos en el otoño, comenzaremos la fase de ejecución total.”







