Con el sol brillando sobre él en agosto de 2022, el presidente del club, Joan Laporta, describió al Barcelona como "fuera del hospital". Junto al fichaje más importante del club en la era post-Lionel Messi, Robert Lewandowski, Laporta sintió claramente que la llegada de la máquina de goles del Bayern Múnich era un símbolo de la clara recuperación del club de una posible ruina financiera.
Doce meses antes, el Barça estaba al borde de la quiebra y, presumiblemente, ya no formaba parte de la élite europea. Laporta heredó un club que tenía una deuda de más de mil millones de euros, plagado de grandes contratos de varios jugadores y definido por sus malos resultados en el campo. En su segunda etapa al mando, la tarea de Laporta era arreglar las cosas.
"Hace un año, lamentablemente, tuvimos que anunciar una situación no deseada debido a la situación económica del club, pero ha pasado un año y podemos decir que estamos cambiando las cosas", afirmó en la presentación de Lewandowski.
La infame solución de Laporta fue tirar de una serie de "palancas" económicas, movimientos financieros que permitieron a los blaugrana recuperar su relevancia en el continente. Pero 18 meses después de la sonrisa de Laporta ante un Camp Nou repleto, no está claro dónde está el futuro del Barça.
Su capacidad para realizar más fichajes se ha visto restringida, mientras que ese verano de gastos, aunque ciertamente condujo a un título de liga, ha dejado al Barça con un delantero envejecido y un puñado de otros fichajes que no han convencido del todo.
Ahora, el Barça ya no tiene palancas que tirar ni lagunas que explotar. La realidad se ha puesto al día, y el club una vez más se ve obligado a negociar y ahorrar dinero para seguir siendo competitivo en La Liga, sin mencionar la Champions League. El dinero no se ha agotado (todavía), pero podría hacerlo pronto y el Barça parece estar en un gran problema.






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