La primera sonrisa para los italianos involucrados en competencias europeas llegó desde la Roma: a diferencia de Milan, Atalanta y Juventus – todas eliminadas en los playoffs de la Champions –, el equipo giallorosso mantiene en alto la bandera tricolor para dejar a Martín Anselmi sin Europa League, clasificando a Octavos de Final tras superar 3-2 al Porto (1-1 en la ida), impulsados por un extraordinario Paulo Dybala.
El equilibrio inicial se rompió en el 27’: en el intento de construir desde el fondo, Svilar no fue perfecto en el pase a Paredes, quien resbaló, aprovechando el Porto que – después de un primer intento bloqueado – tomó ventaja gracias a una hermosa chilena de Omorodion. Un gol que podría haber cortado las alas a la Roma, que en cambio reaccionó impulsados por un extraordinario Dybala.
El argentino partió desde el centro-derecha, circuló en corto con Shomurodov, y luego con un toque suave de exterior izquierdo mandó la pelota a la red para el 1-1 al 35’. Pero la Joya no se detuvo aquí. Misma zona del campo, otra hazaña apenas cuatro minutos después: el intercambio esta vez con Koné, el disparo también de zurda fuerte y preciso al primer palo. 2-1 Roma. Giallorossi cerca del 3-1: Diogo Costa salva el cabezazo de Mancini, Ndicka intenta volver a meterla en la red desde pocos pasos, pero Otavio salva en la línea.
Al inicio de la segunda parte, el Porto se quedó con 10 hombres: Eustaquio golpeó a Paredes con un balón lejano, el VAR llamó al árbitro, que sacó una tarjeta roja dirigida al jugador de la selección portuguesa y amonestó al centrocampista giallorossi. Shomurodov desperdició el 3-1, luego, en el minuto 69, el público del Olimpico contuvo la respiración: un pase del portero envió a Omorodion cara a cara con Svilar, pero su disparo se estrelló en el poste con Svilar ya superado. El gol de Pisilli llegó en el minuto 83: una maravillosa apertura de Dybala para Angelino, un centro atrás que el joven centrocampista giallorossi transformó en la red. El Porto puso el 3-2 en el tiempo de descuento con un desafortunado gol en propia puerta de Rensch que, sin embargo, no cambió el resultado del partido.




