La selección brasileña de Dorival Júnior ha sido eliminada de la Copa América 2024 en los cuartos de final a manos de Uruguay y sumó una nueva frustración a una lista que se está haciendo demasiado larga en el último tiempo. Sin embargo, vale la pena recordar que las heridas, incluso las más grandes, pueden cicatrizar, más allá de que nunca serán olvidadas. Para eso, sólo es necesario irse una década hacia atrás en el tiempo.
Fue un 8 de julio de 2014 cuando Brasil cambió la esperanza de un título mundial en casa por la mayor humillación que cualquier selección haya sufrido en una Copa del Mundo. En la semifinal disputada en el Mineirão, el Scratch fue arrollado por Alemania en un resultado que se volvió sustantivo: 7 a 1.
Algunos dicen que hasta podría haber sido aún peor, ya que los alemanes claramente levantaron el pie del acelerador en la segunda mitad. Los números y las estadísticas más avanzadas dicen que, en realidad, no debió haber sido tanto. ¿Qué conclusión sacar de todo esto, diez años después, con la mente más tranquila?