Al hablar de Raúl Flores Hernández, lo primero que hay que saber son dos cosas: que trabaja en el narco desde 1983 y que le dicen "El tío".
Según se sabe, las autoridades mexicanas han tenido como objetivo prioritario de captura a este sujeto al menos desde hace una década. En Estados Unidos, Flores cuenta con dos acusaciones penales: una por tráfico de cocaína y la otra por lavado de dinero. Asimismo, es considerado por altos funcionarios como "el gran capo que menos conocemos".
En México se le busca por "los delitos de delincuencia organizada, operaciones con recursos de procedencia ilícita, posesión de arma de fuego y cartuchos reservados para uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea", según la Procuraduría General de la República.
Hernández también es señado por haber fungido como operador financiero del Cártel de los Beltrán Leyva, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación. Entre los socios o las personas con las que está vínculado se encuentran parientes del narcotraficante Rafael Caro Quintero.
¿Pero cuál ha sido la relación del denominado Tío con el futbol?
Hace unos ayeres, este personaje fue propietario del Querétaro y del Irapuato. Más recientemente, se le ha ligado a los equipos amateurs o de divisiones inferiores como el Club Deportivo Morumbí y el Club Deportivo Guerreros de Autlán.
De igual modo, su relación con el futbol abarca las empresas de Rafael Márquez, capitán de la Selección mexicana y quien ha sido acusado por Estados Unidos de ser prestanombres del narcotráfico.